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lunes, 7 de diciembre de 2015

Bruselas insta al próximo Gobierno a profundizar en la reforma laboral

Bruselas entra en campaña. La Comisión Europea dará a conocer esta semana el examen a España tras el rescate bancario. Rajoy aprueba: el 70% del informe es positivo, pero el 30% restante está plagado de desafíos. Bruselas reitera que el próximo Gobierno deberá hacer más ajustes para cumplir el déficit. Reclama una vuelta de tuerca a la reforma laboral para reducir la dualidad entre empleos fijos y temporales. Y critica la efectividad de muchas de las medidas relacionadas con el empleo. Bruselas apunta que la crisis, más allá de la recuperación del PIB, va para largo: el empacho de deuda sigue ahí y hace que España sea “vulnerable a shocks externos”. “La gran banca está significamente expuesta a las turbulencias, en especial en Latinoamérica”, dice el informe.
Nadie imaginó nunca que la Unión Monetaria estaría dividida entre acreedores permanentes y deudores eternos”, dijo el jefe del BCE,Mario Draghi, tras la tormenta que se llevó a España por delante a mediados de 2012, recién llegado al Gobierno Mariano Rajoy. Dos años y medio después de pedir un rescate de casi 40.000 millones, España sigue siendo uno de esos “deudores eternos”, a quienes los acreedores examinan con lupa cada seis meses. Las instituciones europeas viajaron a Madrid en octubre para eso: Bruselas presenta esta semana el Informe de Vigilancia post Programa de España, al que ha tenido acceso EL PAÍS, y que en plena campaña ofrece un suculento y relativamente breve —44 páginas— compendio de las luces y sombras de la economía española.
Completar las reformas. El informe aplaude las últimas reformas, pero considera que España ha levantado el pie del acelerador: la de los servicios profesionales “no se ha adoptado”, y la “sobrerregulación” de las autonomías pone en peligro “la unidad de mercado” sin que España haya hecho grandes avances. Las mayores críticas llegan por lo laboral. El empleo mejora, pero el paro sigue en el 21%, con cifras muy abultadas tanto en el de larga duración como en el juvenil. La temporalidad, en torno al 25%, es de las más altas de la OCDE: Bruselas reclama completar la normativa actual para “reducir la segmentación” entre contratos fijos y temporales, que “arriesga las ganancias de productividad y afecta negativamente a las condiciones de trabajo”, con un alza evidente de la desigualdad. Aplaude la moderación salarial, aunque critica la lentitud en la descentralización de los convenios. Y deja un dardo demoledor para algunas de las medidas aprobadas: fracasa la exención de 500 euros que sustituyó a la tarifa plana a la Seguridad Social, y fracasa la garantía juvenil patrocinada por la UE (86.000 peticiones entre un millón de potenciales beneficiarios).Se trata del último informe europeo de la legislatura, y por lo tanto puede leerse como una especie de evaluación a la gestión de Rajoy y es un ejercicio de prospectiva de lo que se encontrará el próximo presidente del Gobierno. En resumen, “la recuperación se fortalece”, dice el texto. “Pero los desequilibrios son significativos”, apostilla a continuación. La adversativa es la estructura preferida de Bruselas: España recibe parabienes por su reactivación, por la mejora de la banca y por las reformas, seguidos invariablemente por un formidablepero que deja a las claras las debilidades. El aprobado es general, a veces con nota. Y a la vez los riesgos están tan presentes que ensombrecen la visión de conjunto, con Bruselas pidiendo esfuerzos adicionales en el mercado laboral —cuando muchos de los partidos anuncian cambios en ese asunto en la otra dirección—, en la digestión de la deuda y con un ojo puesto en la banca, que ha hecho los deberes pero tiene desafíos por delante. La crisis, en fin, va para largo.
En España ha habido más de 50 reformas laborales desde 1980, en distintas gradaciones pero siempre en la misma dirección. La receta de Bruselas era, es y será profundizar por ahí.
Recuperación por factores externos y riesgo por la deuda.El PIB ha acelerado en 2015; Bruselas lo atribuye a la mejoría en el empleo tras las reformas laborales y a factores externos, desde las medidas del BCE al desplome del petróleo. Los desafíos siguen ahí: empresas y familias se han desendeudado, pero la deuda privada sigue en el 178% del PIB (40 puntos por debajo de 2010), y la deuda pública ha compensado con creces esa caída: la posición neta de inversión internacional se ha deteriorado; España es “vulnerable ashocks externos”. “En términos ajustados, la balanza corriente (exportaciones menos importaciones) es deficitaria”, dice el informe, lo que contribuye a la citada vulnerabilidad si hay sacudidas. Pero los verdaderos problemas están en las cuentas públicas: España ha hecho ajustes pero la deuda sigue creciendo y el déficit “será el más elevado” de Europa en 2016. El esfuerzo fiscal “se queda claramente corto”, dice el texto. En plata: Bruselas quiere más ajustes, y Rajoy baja impuestos y promete más rebajas fiscales, al igual que otros partidos como Ciudadanos. La preocupación en la Comisión es notable respecto a lo herencia que recibirá el Ejecutivo que gobierne tras el 20-D, según las fuentes consultadas.
Banca aún débil.  El informe está centrado en la banca, que ha hecho enormes avances en su reestructuración y ha logrado capitalizarse. Pero la morosidad sigue en el 11%, y Bruselas duda de la rentabilidad de un sector que sigue adelgazando, contrayendo el crédito y sujeto a las exigencias de un entorno de tipos de interés bajos. La reforma financiera está acabada y el rescate es un éxito por ese lado, y aun así hay amenazas importantes. La crisis de los emergentes “puede poner peligro un pilar básico de los beneficios”. “Las turbulencias, especialmente en América Latina, podrían dañar la rentabilidad de los grandes bancos [Santander y BBVA], significativamente expuestos”.
Bruselas reclama también acelerar la privatización de Bankia y BMN. Señala “las presiones para eliminar las cláusulas suelo de las hipotecas”. Y pone el dedo en la llaga en la Sareb, el banco malo que se tragó los activos tóxicos de bancos y cajas: sigue en pérdidas y su futuro arroja serias dudas.
ELPAIS