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domingo, 11 de enero de 2015

Una nueva diana evita la actividad de las células 'comehuesos' que causan osteoporosis

Una nueva diana evita la actividad de las células 'comehuesos' que causan osteoporosis La investigación básica hace su trabajo; otra cosa es que sus resultados puedan llegar a tener una aplicación clínica debido a que no se continúa la investigación en una fase clínica. Eso es lo que puede pasar con una posible diana terapéutica que ha identificado un equipo del Centro Nacional de Investigaciones Cardiovasculares (CNIC) para el tratamiento de la osteoporosis. Los investigadores, en colaboración con otros grupos de Barcelona, Bélgica y Francia, ha descubierto un mecanismo novedoso mediante el cual es posible reforzar la masa ósea mediante el control de los osteoclatos, las células que degradan o que ‘comen’ el hueso. En concreto, explican a ABC Mercedes Ricote y Piedad Menéndez, hemos visto que la diferenciación y activación de los osteoclastos es un proceso controlado por el receptor X de retinoides (RXR), lo que «convierte a este receptor como una diana farmacológica para el tratamiento de la osteoporosis», pero también para otras enfermedades, como la diabetes, señala Ricote.
La osteoporosis es una patología que afecta a todos los huesos del esqueleto y está provocada por una disminución de la resistencia ósea. Como consecuencia, los huesos se vuelven más propensos a fracturarse de manera espontánea o después de un traumatismo mínimo. Cada año millones de personas sufren fracturas relacionadas con la osteoporosis, un número que aumentará de manera espectacular en los próximos años debido al envejecimiento de la población. La edad, junto con otros aspectos como el sexo, el peso o los hábitos alimenticios, son factores de riesgo que pueden llevar a la pérdida de hueso y a la osteoporosis.
Se sabe, explica Ricote que la osteoporosis está asociada con un aumento en la diferenciación y activación de las células que degradan el hueso, los osteoclastos, lo cual provoca un aumento patológico de la tasa de reabsorción ósea. Por lo tanto, añade Menéndez, el desarrollo de nuevas terapias capaces de disminuir la actividad de estas células 'comehuesos' podría ser de gran utilidad para la prevención y tratamiento de la osteoporosis. «Nosotras hemos trabajado en mecanismos para inhibir la actividad de los osteoclastos».

Proteína clave

Las investigadoras, cuyo trabajo se publica en «Journal of Clinical Investigation», se fijaron en RXR, una proteína «descubierta hace tiempo pero sobre la que se había abandonado la investigación en los últimos años». Dicha proteína, aclara Menéndez, se encuentra en el interior de las células, donde detecta la presencia de lípidos y derivados de la vitamina A, lo que provoca la inducción de la expresión de genes específicos. Como consecuencia, RXR controla procesos del desarrollo, inmunidad, homeostasis y metabolismo.
Trabajando con ratones modificados genéticamente para que simularan la menopausia, las investigadoras han visto que la pérdida de función de RXR en células progenitoras de osteoclastos da lugar al desarrollo de osteoclastos gigantes que, inesperadamente, pierden la capacidad de reabsorber el hueso. Como consecuencia, apuntan, los ratones macho desarrollan huesos más densos en condiciones fisiológicas normales y los ratones hembra están protegidos de la disminución de masa ósea asociada a la pérdida de estrógenos, como ocurre frecuentemente en mujeres postmenopáusicas.
Una nueva diana evita la actividad de las células 'comehuesos' que causan osteoporosis
Además, teniendo en cuenta que ya existe un medicamento que activa RXR aprobado y que se emplea para los linfomas, el bexaroteno, las investigadoras han podido demostrar que la activación selectiva de RXR mediada por bexaroteno causa el bloqueo total de la diferenciación de osteoclastos. «Creemos que la posibilidad de modular –activar o inhibir- la actividad de RXR mediante podría ser una forma para tratar la osteoporosis», afirma Ricote. Y, además, apunta Menéndez, «pensamos que hemos identificado la vía para evitar los posibles efectos secundarios de un fármaco que utilizara esta diana».

Ahora el problema es el paso siguiente, lamenta Ricote. «Estamos en un momento en el que la mayoría de los laboratorios farmacéuticos no invierten en investigación por lo que el paso siguiente ya no está en nuestra manos». Porque, añade, «en un mundo ideal pasaríamos a ensayos clínicos para valorar la seguridad y eficacia de compuestos dirigidos a esta diana pero, claro, no estamos en un mundo ideal» ABC