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domingo, 28 de agosto de 2011

“Sólo en el cielo hay gente tan buena como en Maracaibo”

Javier Escalante, joven sacerdote que cautivó a los marabinos con un mensaje innovador, regresa a su tierra natal. Es considerado el arquitecto de la nueva Iglesia y anuncia un mensaje que une la actualidad con la mística de Dios.

El diario La Verdad publicó el día de hoy una entrevista a este joven, léala a continuación:
Su corazón sintió el llamado con tan sólo ocho años. Juntó dos sillas, una mesa y comenzó a celebrar la eucaristía en la intimidad de su casa. Sólo quería divertirse y en sus juegos siempre interpretaba al sacerdote. Las toallas de Xiomara, su madre, las usaba como sotana mientras consagraba para sus hermanos una hostia, que en la realidad eran galletas María y un cáliz que no era más que un vaso de Coca-Cola. Joel Javier Escalante Buitrago, nacido hace 32 años en San Cristóbal, recuerda aquella escena como el inicio de su ministerio pastoral.
Con apenas seis años de sacerdocio y tan sólo dos de servicio en Maracaibo, el padre Javier, como le conocen sus feligreses, se robó el corazón de los zulianos, quienes aseguran que la palabra que trasmite los invita a cambiar y a buscar una mejor forma de vivir. Su misión en esta ciudad culminó y ahora debe seguir su labor en Táchira, pero su corazón seguirá latiendo por esta calurosa región.
El presbítero andino se enamoró de esta tierra. Reconoce que extrañará a los marabinos. “Sólo en el cielo hay gente tan buena como en Maracaibo”.
Según él, la feligresía de Maracaibo es auténtica. “Yo pensé que los mejores católicos eran los tachirenses porque de allí salen muchos sacerdotes, pero el maracucho es más dado a la iglesia y así como no tiene pena para reírse, tampoco se avergüenza por rezar”.
Vocación innata
A pocos días de su despedida habló del llamado de Dios. Cuando cursaba cuarto grado inició su vida en la Iglesia católica. Se convirtió en monaguillo. “Mi juego favorito era montar en un carrito varios santicos como si fuera una procesión. Siempre vinculaba todo con la Iglesia porque ese era el interés de mi vida“.
Tan sólo culminar el sexto grado le bastó para decantarse por el seminario como proyecto de vida. Su decisión estaba tomada, pero Joel, su padre, tenía otro plan. Quería que fuera militar, porque en Los Andes, el hijo mayor tradicionalmente ingresaba a la academia. Para que olvidara lo sacerdotal, su progenitor lo envió a estudiar en la Escuela Técnica Industrial, pero esto no lo alejó de su vocación.
“Monseñor Raúl Méndez, mi párroco, mi tutor y ejemplo a seguir, me animó y yo fui al seminario cuando terminé la secundaria. Lo veía a él como un santo y un líder en la comunidad. Siempre quise ser como él”.
Su papá no estuvo de acuerdo con su decisión, pero la felicidad que resplandecía del rostro de su hijo mayor le consolaba. “Nadie tiene el derecho de frustrarle el futuro a otro. Si mi padre hubiera logrado que yo fuera militar, sería hoy un capitán frustrado porque mi felicidad estaba en ser sacerdote”.
Formación cristiana
En San Cristóbal, el seminario Santo Tomás de Aquino de Palmira, fue donde el joven decidió estudiar. Es un lugar gigante, ubicado en una colina de Los Andes. Allí estudian 400 jóvenes. Es el más grande de Venezuela y uno de los mejores de Latinoamérica.
Pasó de conocer al hombre a través de la filosofía a entender a Dios con largas horas de estudio de Teología. Monseñor Mario Moronta lo ordenó el 29 de agosto de 2005. Vislumbraba como un sacerdote arquitecto. Construir y levantar templos era su mayor anhelo.
“La Villa del Rosario fue mi primera parroquia. Allí fundé la parroquia el Buen Pastor y construí el santuario del Divino Niño. Esa es de las mejores satisfacciones, porque una quesera en ruina la convertimos en la Panadería de Dios”.
Maracaibo cambió su vida
Su inteligencia resaltaba sobre el resto mientras sus ganas por superarse tocaban el techo. Luego de una petición a su obispo en Táchira, se permitió que el presbítero cumpliera uno de sus sueños: estudiar Psicología. Al principio viajaba desde Perijá hasta la Universidad Rafael Urdaneta (URU) en Maracaibo todos los días, pero descubrió que era una travesía peligrosa.
“Le comenté a mi obispo el riesgo que corría, el habló con Ubaldo Santana y permitió que viniera a esta ciudad. Llegué a Maracaibo el 4 de octubre de 2009. En ese momento me pidieron atender la iglesia de la Trinidad y que me residenciara en el Seminario“.
Recuerda que a pocos días de su arribo a la capital zuliana, se sentía en la “sucursal del cielo”. Su carisma despertó en los feligreses una empatía poco común entre un sacerdote y un creyente. Sus sermones tocaron el corazón de cientos de marabinos que decidieron seguirle. Para atraer fieles sólo utiliza la humanidad del ser.
“Tenemos que ponernos en los zapatos de los feligreses y saber cómo viven. Es por eso que mis homilías tienen un poco de mística pero también actualidad, combinando el día a día de los humanos con el día a día de Dios”.
Cautivado por esta tierra
Más de una noche escuchó Bacanos y Tecupae para distraerse mientras esperaba en el noticiero el resumen de los deportes y así ver el resultado de “su Real Madrid”. La gaita le parece excelente. El fervor zuliano por La Chinita lo cautivó. Para él, asistir a la misa del 18 de noviembre es enamorarse cada vez más de ella.
Los marabinos la tienen como su icono. La Chinita es un regalo de Dios a esta tierra y por eso creo que es tan bendita. Aquí el que quiera echar para adelante lo hace porque la Virgen Morena lo ayuda”.
El arzobispo Ubaldo Santana le debe mucho por acogerlo en la diócesis que dirige, pero nunca olvidará las enseñanzas de Ovidio Duarte, párroco de la iglesia Claret. “Él dice que yo soy como un hijo y él para mi es como un papá. Yo vine a Maracaibo a estudiar Psicología pero me llevo un postgrado en la fe”.
Obediencia y tristeza
Con tono de tristeza contó que hace varios meses su teléfono celular sonó. Era su obispo de Táchira que le comunicó que era hora de volver a su tierra. Aunque feligreses y profesores de la Universidad del Zulia y de la URU ofrecieron el pago de un postgrado para obtener su permanencia, la respuesta fue negativa.
Ahora irá a San Juan Eudes (Táchira), donde se encontrará con sus hermanos Jean Carlos, Starli y la pequeña Jennifer.
Un nudo en la garganta siente Cuando los niños le dicen “padre lo vamos a extrañar”, pero las órdenes de su pastor son para Escalante un mandato de Dios. Antes de partir dejó un mensaje: “Les pido que sigan a Jesucristo. Que mi partida no signifique un rompimiento sino más bien un compromiso”.
Invitación
Mañana a las 6.00 de la tarde celebrará su última misa en Maracaibo. Su despedida coincide con su sexto aniversario de ordenado y contará con la presencia de monseñor Ubaldo Santana, obispo de Maracaibo.
Sobre la iglesia
Para Javier Escalante, nunca la Iglesia se pondrá a la par de la moda. Esta sigue siendo la misma, pero utilizando nuevas tecnologías. “Es por eso que la Iglesia está en contra del matrimonio gay. Aceptar el matrimonio gay es aceptar la destrucción del hombre porque si hoy aceptamos que Adán y Esteban sean pareja, mañana aceptamos que Adán y un burro se casen”.
Por Leopoldo Márquez
Vía diario La Verdad