AFP).- Al menos 42 personas murieron y 500 resultaron heridas en un doble atentado perpetrado este viernes con coche bomba en Trípoli, la gran ciudad del norte de Líbano, en el ataque más sangriento desde el fin de la guerra civil en 1990
Las dos explosiones, que ocurrieron una semana después de que un atentado con coche bomba matara a 27 personas en Rueis, a las afueras de Beirut, bastión del poderoso movimiento chiita libanés Hezbolá, se produjeron con algunos minutos de intervalo frente a dos mezquitas sunitas de la ciudad, distantes aproximadamente 2 kilómetros.
“Hay ahora 42 muertos”, indicó una fuente de seguridad a la AFP
El director de operaciones de la Cruz Roja libanesa, Georges Kettane, había suministrado el primer balance, señalando 29 muertos y 500 heridos, algunos con graves quemaduras y heridas en la cabeza.
Según la fuente, decenas de heridos pudieron abandonar ya el hospital donde eran atendidos, pero otros, sobre todo varios niños, se encuentran en estado grave.
Estos atentados podrían exacerbar las tensiones confesionales en el Líbano, ya fuertes a causa del conflicto en Siria, que divide profundamente a este país tutelado por el vecino sirio durante unos 30 años, hasta 2005.
Dos días antes de estos atentados, el ejército libanés había anunciado que está en “guerra total” contra “el terrorismo”, afirmando que persigue desde hace varios meses una célula que “prepara coches bomba”, entre ellos el que explotó el 15 de agosto.
En la gran ciudad portuaria de mayoría sunita del norte de Líbano, las bombas fueron contra una mezquita en el centro y otra cerca del puerto, el día de la plegaria semanal, causando grandes daños en esos lugares de culto y devastando el sector.
“Hay al menos 29 muertos y 500 heridos, muchos de los cuales en estado grave debido a quemaduras y heridas en la cabeza”, había dicho inicialmente Georges Kettane, director de operaciones de la Cruz Roja libanesa.
Las televisiones locales mostraron imágenes en las que se veían cadáveres, numerosos coches en llamas y hombres transportando en brazos a heridos. También mostraban fachadas de edificios completamente destruidas.
La primera explosión se produjo en el centro de Trípoli, cerca de la casa del primer ministro saliente Najib Mikati, que, según su oficina, no se hallaba en la ciudad.
La segunda tuvo lugar cerca del puerto, bastante cerca también del domicilio del exjefe de la policía Ashraf Rifi, afirmó una fuente de seguridad.
Las imágenes de televisión mostraban una inmensa humareda negra elevándose hacia el cielo.
El corresponsal de la AFP vio cuerpos carbonizados cerca de la mezquita Al Taqwa, en una de las principales arterias de Trípoli, y cómo sacaban cinco cuerpos de niños desde su interior.
Después de los atentados, centenares de personas en cólera se reunieron cerca de la mezquita Al Taqwa y corearon consignas hostiles al Hezbolá chiita y al régimen de Asad.
Estos ataques reavivan los dolorosos recuerdos de los atentados con coches bomba durante la guerra civil (1975-1990), y el balance de Trípoli es el más sangriento desde el fin de ese conflicto.
Líbano se encuentra sin gobierno desde hace cinco meses a causa de las divisiones causadas por la guerra en Siria.
El poderoso Hezbolá participa desde hace varios meses en esta guerra apoyando al régimen de Bashar al Asad contra los rebeldes. Es acusado por sus rivales en Líbano de haber arrastrado el país a una ola de violencia que ha afectado su propio feudo.
El partido chiita, que ha acusado a los extremistas sunitas de haber cometido el atentado en su feudo el 15 de agosto, vinculó este último a las explosiones de Trípoli, estimando en un comunicado que forman parte de “un plan para sumir el Líbano en el caos y la destrucción“.
La capital del norte de Líbano suele ser escenario de enfrentamientos entre sunitas, que apoyan mayoritariamente a la rebelión siria, y alauitas, más bien favorables al régimen de Bashar al Asad.