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lunes, 7 de mayo de 2012

Una universidad mexicana de la tercera edad recupera las ilusiones de muchos


Dpa) “¿Qué diferencia hay entre guardar y guardar como?”, pregunta el profesor de computación frente una clase de unos 15 alumnos. Sentados frente a sus PCs los estudiantes, todos adultos mayores, experimentan con el mouse y toman nota.
En otro salón hay clases de francés. En el siguiente, un curso de administración de negocios. Y en el auditorio se dicta museología.
Por las aulas de la Universidad de la Tercera Edad de Ciudad de México pasan unos 3.500 alumnos entre los 50 y más de 90 años cada año, desde que fue creada hace tres.
La idea de dar nuevos proyectos y renovar las ganas de vivir del sector adulto ha sido un éxito, según sus impulsores y a juzgar por lo que dicen los estudiantes veteranos.
El centro de educación continua para adultos, ubicado en la delegación Benito Juárez, el distrito de mayor desarrollo humano de la capital mexicana, no es una universidad formal que otorgue títulos académicos, sino un modelo educativo que pretende atender a un sector demográfico en crecimiento y en muchos casos con carencias emocionales.
“Este proyecto nace desde un ámbito humanista y se proyecta a un crecimiento intelectual. Es humanista porque rescatas a los adultos mayores de la soledad que padecen muchos”, dijo a dpa Patricia Morán, la presidenta del patronato de Desarrollo Integral de la Familia de Benito Juárez, donde se desarrolló la idea.
Poco antes de las 12, en el campus Mixcoac de la universidad hay movimiento continuo. Unos ya son estudiantes asiduos, otros llegan a pedir informes, otros más esperan sentados en la entrada para entrar a su primera clase.“Se han dado casos de reinserción laboral e incluso se ha gestado una generación socialmente responsable, conpersonas que han dado empleo a sus propios compañeros“, comentó.
“Es maravilloso enseñar a adultos mayores por el ánimo de aprender que tienen. No llevan prisa, son propositivos”, dijo a dpa Edita Cabrera, profesora de italiano de 26 años. “Muchos vienen con la idea de viajar, otros de concretar proyectos que habían quedado truncos”.
A los 74 años, Delfina Segura es una novata. Está por ingresar por primera vez a uno de los salones y no sabe bien qué le esperará. Madre de diez hijos, tres fallecidos, trabajó durante más de 36 años en una tienda de abarrotes (almacén) que tenía con su esposo.
Ya viuda, con sus hijos grandes y ocupados en sus propias actividades, empezó a sufrir soledad. Ahora espera que el curso la ayude a recuperar la ilusión. Se incribió en recursos humanos y confía en conocer gente nueva.
Con sus paredes exteriores anaranjadas, el edificio de cuatro niveles resalta junto a una ruidosa avenida de la ciudad donde se realizan trabajos para establecer la línea 12 del metro.
Adentro, se vive un oasis. Ventanas aislantes del ruido, paneles solares, una azotea verde, rampas para facilitar el desplazamiento y baños que utilizan agua de lluvia dan forma a un edificio sustentable, en el que se invirtieron unos 37 millones de pesos (unos tres millones de dólares).
Los adultos que acuden a clases tienen que pagar entre 320 y 576 pesos (25 y 46 dólares) por cuatrimestre, según cuál sea la materia, el taller o curso que hayan escogido.
Arsenia García González, de 61 años, toma fotografía, computación e italiano. “Me trajo el interés de superarme y hacer una gimnasia cerebral para que no estemos pensando que ya nos hemos hecho grandes y no tenemos nada que hacer”.
“Tenemos un alumno que tenía tres tintorerías y hoy ya las maneja como un negocio”, contó Morán. Otros quieren aprovechar sus ahorros después de jubilarse para invertirlos en algún proyecto.Hay profesionales jubilados, amas de casa, abuelas jóvenes con familia en el exterior aprendiendo a manejarse en las redes sociales, adultos que en su momento pusieron en marcha emprendimientos sin mayor capacitación y ahora aprenden técnicas de administración.
La delegación Benito Juárez, uno de los 16 distritos administrativos en los que está dividida la capital, tiene 400.000 habitantes, “de los cuales el 18 por ciento son adultos mayores, el doble de la media nacional”, comenta Morán.
Era un sector al que había que darle atención. “Tristemente la familia es el principal actor que deja o aísla a su adulto mayor. Ellos tienen la necesidad de sentirse vivos. Buscan un espacio donde desenvolverse, sentirse comprendidos, atendidos. Se dan cuenta de que no son los únicos y empiezan a generar lazos afectivos”.
Después de la buena recepción que tuvo el primer plantel de la universidad, se abrió en octubre del año pasado el segundo, en Mixcoac. De los alumnos el 82 por ciento son mujeres y el resto hombres.
Jonathan Perales, de 27 años, enseña francés, fotografía digital e introducción a la computación. En el último nivel del edificio sus alumnos exponen orgullosos las fotos que tomaron “con camaritas de turista” en distintas técnicas.
“Los alumnos están casi al cien por ciento motivados. Vienen por un interés personal de superación, nadie los obliga. Las clases se vuelven muy dinámicas, son muy participativos”.
Desde oratoria y literatura del siglo XX a bailes tropicales, pasando por historia de México, psicología del adulto, tai chi chuan o inteligencia emocional, la oferta es variada.