(ABC.es).- Comentando que la grandeza de la Iglesia está en su elemento divino, invisible, y no en el humano, “donde experimentamos nuestra fragilidad y nuestros límites”, el Papa Francisco recordó ante sesenta mil asistentes a la audiencia general que “todos somos pecadores. Si alguno cree que no es un pecador, ¡que levante la mano¡”.
El Papa miró a la multitud y sonrió complacido al ver que no había ninguna mano alzada. Acababa de recordarles que la Iglesia eran ellos pues “a veces algunos dicen ‘la Iglesia no hace esto, la Iglesia no hace lo otro…’. Pero dime, ¿quién es la Iglesia? ‘Los obispos, el Papa…’ ¡No! La Iglesia somos nosotros”. Lo repite con frecuencia, para avivar el sentido de responsabilidad personal de cada bautizado.
El Santo Padre insistió en que “todos los que hacen lo que el Señor nos ha mandado son la Iglesia. Y el bien que hacen es imposible de medir. Hay tanto esfuerzo por educar a los hijos, tanto sufrimiento de los enfermos… ¡Es imposible de medir!”.
Por desgracia, también, con frecuencia, experimentamos nuestra fragilidad y nuestros límites, y esto nos duele, sobre todo cuando damos mal ejemplo o nos damos cuenta de haber causado escándalo. En tono muy fuerte, el Papa abordó el escándalo de algunos cristianos que están siempre en la iglesia pero después hablan mal de todos, despellejan a todos… ¡Que mal ejemplo! ¡Hablar mal de los demás! ¡Eso es un pecado! Si el que hace eso es un cristiano… ¡yo me hago ateo!.
La murmuración a veces con rasgos obsesivos, es un vicio extendido mucho más allá de los ambientes clericales. No sólo crea un clima malsano sino que es contraria a la esencia del cristianismo.
El Santo Padre pidió oraciones por el pueblo mexicano, que sufre por la desaparición de sus estudiantes y por tantos problemas similares. Según algunos testimonios sin confirmar, los 43 estudiantes secuestrados hace poco más de un mes, y cuya búsqueda se prolonga desde entonces, habrían sido quemados vivos por los narcotraficantes.
El Papa manifestó su preocupación por el avance de la epidemia de ébola y reiteró su cercanía «a los enfermos, médicos, enfermeros y voluntarios», al tiempo que renovaba su llamamiento a la Comunidad Internacional para que haga lo necesario para derrotar este virus.