De golpe, el firmamento de Boca ilumina otro futuro. Lo hace sin suavidades, para que el alma se temple al calor de lo que implica jugar en la Primera de uno de los clubes más importantes del mundo. El pibe va al frente, un poco por inconsciencia y otro tanto por destino. Nadie va a sacarle de las manos su chance de oro en un Superclásico. Federico Bravo (19) es la cara fresca en el mediocampo. También, ostenta una historia y una búsqueda. ¿Quién es el chico que se plantará cara a cara ante los experimentados Cristian Ledesma y Leonardo Ponzio?
Bravo jugó sus primeros picados en el club Alianza, de su Jesús María natal. Sostiene su tonada provincial como lleva en la sangre el gusto por el fútbol fino y la elaboración paciente. Lejos quedaron aquellos 12.000 dólares que Boca le pagó por su pase a Racing de Nueva Italia. Hoy, el volante central divide su tiempo entre sus horas de estudio en el Círculo de Periodistas Deportivos y su atareado calendario futbolero.
-¿Qué siente un pibe de inferiores antes de jugar un partido tan importante como un Superclásico?
-Es una emoción enorme. Uno lo espera mucho tiempo esto. Mira el calendario a principios del año para saber la fecha del partido con River. Nos pasaba en inferiores y ahora es increíble estar esperando un Superclásico de Primera. Creo que es un sueño. Es lindo. Pero también un reto y hay que afrontarlo como tal.
-¿El jugador de inferiores ya le tomó el gustito a lo que es un clásico en los enfrentamientos de juveniles?
-Yo, por suerte, no perdí nunca contra River en inferiores. Y en el verano, cuando debuté, ganamos por penales. Creo que es un partido importante. Uno está ansioso por jugarlo. Para poder darle una alegría a nuestros hinchas. Es un partido que tenemos que ganar. Genera ansiedad, pero también responsabilidad. Va a ser una fiesta muy linda.
Bravo es parte de la nueva guardia de jóvenes a los que Bianchi apostó. Junto a Leandro Marín y Nahuel Zárate es la demostración del talento juvenil. Sus actuaciones en el primer equipo de Boca desacreditaron rápidamente las versiones malintencionadas que señalaban que el oriundo de Córdoba gozaba de algún tipo de ventajas por ser representado por Mauro Bianchi, el hijo del entrenador. Sin embargo, su nivel dejó en claro que lo que se hablaba en el club sobre su talento era algo basado en todo su fútbol.
-¿Sentiste alguna presión especial al aparecer tan de golpe en el plantel profesional del Boca de Bianchi?
-No. Obviamente hay que tomárselo con mucha seriedad, pero yo trabajé mucho para esto y tengo que disfrutar del momento que me toca vivir en Boca. Tengo que devolver la confianza que me brinda el entrenador tratando de hacer lo mejor en cada partido.
-Tu año cambió tremendamente. Empezaste viajando a la pretemporada con la Reserva y ahora terminás siendo un protagonista habitual en el equipo.
-Se me está cumpliendo un sueño, que es jugar al lado de todos estos grandes jugadores. Estar en un Superclásico es un sueño también. Esto lo tengo que sostener con trabajo y sacrificio. Es la única manera de seguir en el lugar en que estoy.
Boca pondrá hoy a un cinco con lo mejor de su escuela. Con la pelota al piso, la cabeza clara y la convicción de entender en qué lugar juega. Sabe de la importancia de llevar la camiseta que tiene. Bravo no se achica.
-A Ledesma y a Ponzio, que los vas a tener enfrente, los habrás mirado muchas veces por televisión cuando eras más chico. ¿Qué se siente al enfrentarlos hoy y en el máximo nivel?
-Es lindo enfrentar a jugadores tan importantes. Es cierto que tal vez antes me tocaba mirarlos por televisión. Lo mismo, con varios de mis compañeros. Pero cuando entramos a la cancha, yo tengo que hacer mi trabajo.
-Es decir que si le tenés que meter alguna a un experimentado no vas a dudar...
-No podés dudar. No hay chance. Es un clásico y hay que ganarlo
EL CLARIN