La pasión es un sentimiento muy intenso que domina la voluntad y que puede perturbar la razón. Y la pasión que despierta el Superclásico del fútbol argentino, que se jugará hoy las 16.30 (Canal 7), trasciende las fronteras: está certificado que Boca-River en la Bombonera es uno de los mejores acontecimientos deportivos del mundo, “que cualquier aficionado debería ver antes de morir”, escribió hace unos años un editor de la revista inglesa World Soccer. Y esta nueva edición -la número 190- del partido más partido que se juega en nuestras canchas, será fiel testigo de este fenómeno popular. Que, por si fuese poco, tiene el aditamento del morbo: será el primero en jugarse en La Boca después de la vuelta de River a Primera División, con todo lo que eso conlleva en el folclore futbolero.
Hay dos cuestiones para remarcar. Una es que -como ocurrió en el verano- volverá a ser el partido de los técnicos.
Y cuando los entrenadores son las grandes figuras del espectáculo, es un claro indicio de que el material que hay en el verde césped no sobrepasa la mediocridad.
Máxime si están ausentes sus envejecidas estrellas: Juan Román Riquelme (por un desgarro) y David Trezeguet (recuperándose de una operación en la rodilla), ambos ya con 35 años. Y con seis debutantes, tres de cada lado (Marín, Zárate y Bravo, en Boca; Alvarez Balanta, Vangioni e Iturbe, en River).
Carlos Bianchi, a los 64 años, lleva la pesada mochila de tener que demostrar que sigue siendo ese técnico que en cada paso por Boca ganó torneos locales, Copa Libertadores e Intercontinentales (hoy, Mundial de Clubes). Ramón Dìaz, con 53, es el técnico más ganador de la historia de River (con cinco títulos nacionales, una Supercopa y una Copa Libertadores, entre 1995 y 2002). El Virrey saca ventaja como DT de Boca versus River: ganó 13 de los 27 partidos en los que lo enfrentó por todo concepto. Y de los siete que disputó en la Bombonera, sólo perdió uno.
Ramón, en cambio, apenas festejó 8 de los 28 clásicos que dirigió contra Boca. De visitante, perdió 4 y ganó el último en el que estuvo en el banco de la Bombonera: 3-0, la noche de la famosa vaselina de Ricardo Rojas.
Pero, claro, una cosa es la historia y otra, la actualidad.
Y la segunda cuestión que resalta es el presente y el objetivo de uno y de otro. Boca llega al Superclásico con la vista puesta en la Copa Libertadores (habrá cinco cambios en el equipo con relación al que venció 1 a 0 a Corinthians) y la intención de levantar la carga de una racha adversa de 10 partidos sin ganar (si no lo hace esta tarde, superará la de 1957). Y River, que pelea el campeonato junto a Lanús y a Newell’s, y lleva una serie de 5 partidos sin derrotas, tiene una cruz pesada que levantar: hace 9 años que no festeja en la Bombonera(1-0, con gol de Cavenaghi, el 16 de abril de 2004).
Mientras Bianchi apuesta por la dupla suplente adelante, Lautaro Acosta y Santiago Silva, Ramón le renovó la confianza al intermitente Juan Manuel Iturbe y al desconcertante Rogelio Funes Mori. ¿Alguno será el dueño de las tapas del lunes? La verdad estará en la cancha y el resultado dejará huellas. Como siempre.
EL CLARIN