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domingo, 13 de diciembre de 2015

Ardua lucha del Gobierno de Filipinas por controlar la natalidad

El Gobierno de Filipinas, uno de los países de Asia con mayor tasa de crecimiento de población, mantiene una ardua lucha por controlar la natalidad del archipiélago en la que ha chocado frontalmente con la Iglesia Católica, extremadamente influyente en la sociedad y cultura filipina.
En los últimos 30 años, el número de habitantes del archipiélago ha pasado de 52,8 millones en 1984 a los 100 millones que se alcanzaron en 2014, una circunstancia que numerosos expertos han señalado como una de las principales causas de la pobreza que azota Filipinas.
Entre otras razones, la población ha crecido a pasos agigantados por la escasa información ofrecida a los filipinos sobre los métodos anticonceptivos, sobre todo en las zonas rurales, puesto que la Iglesia Católicas no ve moralmente aceptable su uso.
Para tratar de corregir esta situación y pese a la enorme presión ejercida por la Conferencia Episcopal de Filipinas, el Senado aprobó en 2012 la Ley de Paternidad Responsable y Salud Reproductiva, con la que se pretende ofrecer más información y un mayor acceso a los métodos anticonceptivos.
En el Departamento de Maternidad del Hospital Regional de Visayas Oriental, en el este de Filipinas, comprueban la realidad diaria.
"Una cuarta parte de los partos que atendemos diariamente son de adolescentes. Prácticamente todos son embarazos no deseados, la mayoría porque desconocen los métodos anticonceptivos que existen", explica a Efe la doctora Jenny Lind Lesiguez, encargada de maternidad en el citado centro.
Lesiguez dirige el Programa de padres jóvenes del hospital, en el que atienden a las necesidades especiales de adolescentes embarazadas que acuden "muertas de miedo", en palabras de la doctora, y además les aconsejan sobre métodos anticonceptivos para evitar nuevos embarazos.
"Normalmente les hablamos del dispositivo intrauterino (DIU), porque es lo más sencillo y lo solemos colocar en el mismo hospital poco después de dar a luz", apunta la ginecóloga.
Sin embargo, el programa aún no funciona todo lo bien que le gustaría, admite Lesiguez, ya que son frecuentes los casos en los que las chicas rechazan los métodos anticonceptivos porque se les ha convencido de que son perjudiciales y tienen miedo que sean malos para su salud.
"Han sido mucho años de desinformación y lo que dice la Iglesia Católica aún pesa en la conciencia de los filipinos, o sea que va a llevar mucho trabajo que las cosas cambien", asegura la médico.
Por otra parte, el mantener relaciones sexuales fuera del matrimonio aún es un gran tabú y muchas chicas rechazan los métodos anticonceptivos antes de casarse puesto que sería una forma de admitir que practican sexo.
Una de esas adolescentes es María Salve Lamtao, que con 17 años acaba de dar a luz a su primer hijo.
"No nos hace falta ningún método anticonceptivo por el momento porque aún no estamos casados ni vivimos juntos", dice la joven mientras sostiene en sus brazos la evidencia de que no es necesario ser un matrimonio ni residir bajo el mismo techo para concebir a un hijo.
Para Lesiguez, Lamtao es un claro ejemplo de la gran influencia moral que sigue teniendo el catolicismo en la vida de los filipinos.
"Este es uno de los casos en los que se ve el daño que hace el que muchas chicas no quieran admitir que tienen una vida sexual activa por vergüenza al qué dirán", afirma la doctora.
Incluso después de tener un niño, apunta Lesiguez, las adolescentes siguen negando que mantienen relaciones y por lo tanto no se plantean métodos anticonceptivos.
"Los filipinos tenemos que dejar de ser tan hipócritas. Tenemos que aprender a ser sinceros, tenemos que abrir los ojos, y eso es lo que está intentando hacer el Gobierno filipino con programas como este", sentencia la ginecóloga.EFE