En un radiante canto al optimismo en el primer día de 2012, el maestro letón
Mariss Jansons (Riga, 1943) dirigió hoy con fuerza y brillantez un Concierto de Año Nuevo cargado de alegría, delicadeza y
reflexión. Jansons, que había prometido "alegría y entusiasmo", quiso transmitir
esos sentimientos desde el mismo comienzo del concierto a los espectadores que
abarrotaban el Musikverein, decorado con miles de rosas y margaritas traídas
desde San Remo (Italia).
La agilidad de las polcas, marchas y valses de la dinastía musical de los
Strauss se combinó con otros acordes más reflexivos para ofrecer dos horas de
magia musical en las que relumbró el virtuosismo de la Filarmónica de Viena.
Varias piezas de los Strauss vinculadas con San Petersburgo, la ciudad de
adopción de Jansons, así como la inclusión por primera vez de dos piezas de "La
bella durmiente" de Piotr Chaikovski (1840-1893), demostraron el grado de
aprecio de la Filarmónica de Viena por el maestro letón.
La complicidad llegó hasta el extremo de que los filarmónicos incluyeron una
composición de Eduard Strauss basada en elementos de la "Carmen" de Georges
Bizet (1838-1875) para compensar al letón, que en 2010 tuvo que cancelar su
participación con ellos en un nuevo montaje de esa ópera por motivos de
salud.
Jansons, cuya formación musical también lo une a Viena, ya triunfó la primera
vez que dirigió el concierto clásico más mediático del planeta en 2006, y hoy
volvió a demostrar su buena sintonía con los filarmónicos.
El concierto comenzó con una enérgica Marcha patriótica de los
hermanos Josef y Johann Strauss hijo, una composición creada tras una guerra del
Imperio Austro-húngaro contra el Piamonte y con referencias a la celebérrima
Marcha Radetzsky.
Esta pieza se seleccionó, según los filarmónicos, para recordar los muchos
enfrentamientos bélicos que ha padecido Europa, ahora que se cuestiona el
proyecto de una Europa unida por la crisis económica del viejo continente.
Una de las novedades de este año ha sido el acompañamiento vocal de los Niños
Cantores de Viena -por primera vez desde 1998- en dos conocidas polcas:
Tritsch-Tratsch y A prueba de fuego, en esta última pieza Jansons
llevó incluso la percusión con dos pequeños martillos, para sorpresa y
entusiasmo del público.
El recital incluyó otras conocidas y enérgicas obras como Delirios, de
Josef Strauss, Bajo truenos y rayos, Alegraos la vida y
Tic-Tac de Johann Strauss.
También hubo espacio para dos guiños a la actualidad: un homenaje a la
presidencia semestral danesa de la Unión Europea, con un galope ferroviario del
danés Hans Christian Lumbye (1810-1874) -dirigido por Jansons con batuta y
silbato-, y un tributo a los Juegos Olímpicos de Londres 2012 con la polca
Albion de Johann Strauss.
Los 50 millones de espectadores en 73 países que siguieron en directo la
espectacular realización de la televisión pública austríaca (ORF) pudieron ver
el corto del realizador Werner Bootes Música en el aire, sobre la
ingravidez que provoca esta arte en una de sus grandes capitales, Viena.
Y en un concierto con incontables ecos culturales, ORF incluyó tres ballets
de la Ópera de Viena desde el Palacio Belvedere, que alberga la mayor colección
del pintor Gustav Klimt, de quien en 2012 se conmemoran los 150 años de su
nacimiento con numerosas exposiciones en Austria. Una de las coreografías estuvo
además inspirada en El beso, uno de los cuadros más conocidos del artista
modernista.
Para terminar, al inevitable Danubio azul, el más conocido de los
valses, siguió el animado fin de fiesta, cuando Jansons dirigió las palmas del
público durante la enérgica Marcha Radetzky, que acabó desembocando en
enardecidos aplausos.
En un concierto redondo, que empezó y acabó con dos marchas marciales, que ya
no celebran ni recuerdan guerras sino la alegría de vivir, Jansons colaboró en
esa "energía positiva inmensa que recibe el mundo a través de este concierto",
según definió el recital hace varios días en rueda de prensa.
El concierto de 2013 lo dirigirá el austríaco Franz Welser-Möst (1960), que
ya lo condujo en 2011.
EFE