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sábado, 31 de enero de 2015

En la ropa y el arma de Alberto Nisman solo aparece su ADN

A pesar de todo el ruido que provocó la muerte del fiscal Alberto Nisman; a pesar de todas las acusaciones sin pruebas emitidas por la propia presidenta, Cristina Fernández; a pesar de las irregularidades, negligencias y despropósitos que el caso ha dejado al descubierto, las pruebas de laboratorio practicadas hasta ahora se van abriendo paso silenciosamente hacia la tesis del suicidio. Si la autopsia reveló que no se infería participación de terceras personas en su muerte, las pruebas de laboratorio difundidas ayer por la fiscal Viviana Fein vienen a reforzar esa tesis.
El cotejo de ADN sobre la camiseta, el pantalón corto, el short, la pistola, el cargador, los cartuchos y casquillo encontrados en el lugar donde falleció Nisman coinciden con el del propio fiscal. Y no apareció ningún otro ADN. Las pruebas se practicaron el 19 de enero, los resultados se conocieron este viernes y fueron difundidos el mismo día por la fiscal en su quinto comunicado desde la muerte de Nisman.
Aunque las pruebas practicadas en el laboratorio apunten hacia el suicidio la juez y la fiscal seguirán investigando en todas las direcciones, sin descartar la hipótesis del suicidio. Y a medida que avanzan las pesquisas se van conociendo irregularidades y carencias en torno a la protección de Nisman. Por ejemplo, la fiscal señaló en su comunicado que las escaleras del edificio donde vivía no cuentan con cámaras y que las del ascensor del servicio no estaban en funcionamiento.
El informe de la fiscal se hizo público horas después de que Cristina Fernández pronunciase un discurso por cadena nacional, es decir, con la obligación de ser emitido en todos los canales públicos y privados de radio y televisión. La justificación del acto era de índole económica. Pero Fernández aprovechó para escrachar una vez más, esta vez sin nombrarlo, al informático Diego Lagomarsino, el hombre que prestó al fiscal la pistola de donde salió la bala que acabó con su vida. Desde su primera carta, difundida en Facebook el 19 de enero, Fernández ya aludió a él sin nombrarlo y se extrañaba de que le hubiese dejado un arma al fiscal para su defensa.
En la segunda carta, Fernández mencionó el nombre y apellido del informático, dijo que era un "íntimo colaborador" de Nisman, dijo que era "muy raro" su caso y señaló que se le debía prestar protección. En su primera comparecencia por televisión el escrache se convirtió en una especie de linchamiento. Mencionó su apellido cinco veces, dijo que era "íntimo amigo" del fiscal, habló de su "íntima confianza" con Nisman, mencionó de nuevo su "íntima amistad" y una vez más su "íntima confianza". Dijo que su hermano es "un importante ejecutivo de las empresas vinculadas al Grupo Clarín", cosa que Clarín desmintió. Añadió que Lagomarsino comenzó a tramitar su pasaporte el día 14 de enero, día en que el Fiscal Nisman presentó su denuncia. Al abogado de Lagomarsino le fue muy fácil desmentir esa información: el pasaporte lo comenzó a tramitar mucho antes y le dieron turno para tramitarlo ese día.
En la cadena nacional del viernes, Fernández aludió a un tuit que había escrito Lagomarsino el 8 de septiembre. La presidenta no reprodujo las palabras exactas del tuit que fueron éstas: "Por ciertos acontecimientos de hoy tengo ganas de decir: Kretina andate a la concha de tu putisima madre hija de puta! Amen".
Cristina Fernández ha recibido numerosas críticas desde que se encontró el cadáver de Nisman. En muchas de ellas la aposición le acusa de haber vertido opiniones sobre el caso sin pruebas ni fundamento. Y haber eludido cualquier responsabilidad sobre las supuestas fechorías cometidas por los servicios secretos del Estado a los que ella misma critica ahora. Sin embargo, en el discurso de ayer se amparó en el derecho a la libertad de expresión para seguir emitiendo opiniones sobre el caso.EL PAIS