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jueves, 2 de abril de 2015

Es jueves Santo… “Lávense los pies unos a otros”

Es jueves Santo…“Lávense los pies unos a otros”.Señor, estas de partida. Tus gestos y palabras son definitivas y sagradas. El rito del lavatorio de los pies preside la Pascua Total. No se engañen. Serán mis discípulos y amigos verdaderos si se sirven unos a otros. Serán testigos si trabajan por la fraternidad, la justicia y el bien común. No tengas miedo a caer de rodillas ante el hombre. El hombre es imagen del Padre. Quien sirve al hombre sirve a Dios.
Es jueves Santo… “Ámense unos a otros como yo les ha amado”. De este amor nacerá en ustedes la unión, el perdón, el compartir, la comunión. En esto conocerán que son mis discípulos, mis amigos, mis hermanos: si se aman estarán unidos, darán fruto y su fruto permanecerá. Yo ruego al Padre por ustedes. Vivan en mi amor, porque sin mí, no pueden hacer nada.
Es jueves Santo… “Tomad y comed. Tomad y bebed”. Yo soy el pan vivo bajado del cielo para ser alimento de fuertes, de peregrinos. Para ser tu alimento. No tengas reparo, ni te asustes. Soy yo. Me parto para entrar en tu corazón. Cómeme. Aliméntate. Vive en plenitud de vida. Y al comerme a mí, recibe en tu corazón a todos. No excluyas a nadie, de lo contrario, también a mi me excluyes. Donde entra la cabeza entran todos los miembros.
Es jueves Santo… “Haced esto en memoria mía” Les consagro para la Pascua nueva, para este sacrificio realizado en mi cuerpo y en mi sangre. Este es tu poder: hacerme presente como banquete de fraternidad, sacrificio liberador, misterio sacramental de muerte y resurrección. No hay raza, ni sangre sacerdotal. Hay llamada y consagración. Realicen y presencia y repártanme al pueblo. Estaré con él, en medio de él, hasta el ocaso del tiempo.
Es jueves Santo… “Levántense y Vamos”. Llega la hora. Con deseo vehemente y sincero he celebrado la pascua con ustedes… Ahora Vayamos. El poder del maligno actúa contra mí y aprovecha la tiniebla. Se cumple el tiempo de la palabra. Llega el momento de la cruz y del desconcierto. Pero tu Pedro cuando te arrepientas, convierte a tus hermanos… Te glorifico padre por este momento. Santifícalos a todos en la verdad.
Es jueves Santo… “Pase de mi este cáliz, pero no se haga mi voluntad, sino la tuya”. Hundido estás, Señor, en tristeza y agonía. El dolor amarga tus ojos y crispa tus manos. Los tuyos se han dormido y te han dejado. Hablas con Papá Dios y tienes los labios resentidos de fiebre… ¿Qué presientes, Señor? ¿Qué cuadro contemplan tus ojos? ¿Qué amargura ahoga tu corazón? ¿Sientes cobardía y no quieres beber el cáliz? ¿Hasta donde llega tu decepción o tu abatimiento?… Gracias al poder de Dios sobre ti, reanudas tu marcha: “Padre, hágase tu voluntad según está escrito en mí”. “Que nadie de los que tu me has dado se pierda”.
Es jueves Santo… “Yo Soy”. No te acobardas. Te presentas. Eres Jesús de Nazaret, el Hijo del hombre, el siervo de Dios. Con la bendición del Padre te entregas y comienzas tu camino final hacia Jerusalén… Te amarran como malhechor y entre insultos y golpes te llevan los esbirros y sayones hacia el tribunal y el juicio definitivo… Treinta monedas y un beso han sido el precio y la señal de la entrega. Los tuyos se acobardan, te abandonan, te siguen de lejos… así comienza la pascua de sangre, al filo de la media noche.
Es jueves Santo… “Reo es de muerte”. Te cercan como jauría de perros. Escupen rabia contra ti. Buscan y traman la muerte con prisa y con argumentos falsos. La verdad de tus labios rechina en sus cabezas y no la soportan… Maltratan tu cuerpo con libertad indigna de un juicio solemne y te condenan a muerte por blasfemo, impostor, sedicioso… La ausencia de tu mirada les duele ahora más que la espada directa de tus ojos. Y tú apenas si hablas.
Es jueves Santo… “No lo conozco”. La decepción más profunda del corazón te atraganta el alma. Judas te ha entregado con un beso. Los tuyos han escurrido sus cuerpos en la sombra de la noche y ahora Padre te niega… La voz acusadora de la mujer en la puerta le ha denudado en público. Pedro ha sentido vergüenza de sí, de su amistad con el Rabbí de Nazaret. La insistencia de voces lo acosan abrumadoramente y Padre termina con los puños en alto gritando reniegos y blasfemias de infidelidad… Envuelto en el susto de su propia palabra, acuchillado por tu mirada triste sale hacia la noche, mientras el canto del gallo le asegura la hora de la tragedia. Pedro llora… ¡Y tú quedas solo!
Es jueves Santo… “Adivina Quién te pegó”. Despreciado, escupido, burlado, eres el hazme reír del pueblo. Eres nadie. Te sientes nadie. Basura despreciada. Racimo de uva bajo el pié calzado de hierro de odio de tus enemigos… Sentado en tierra, ceñido de sombras y de palabras insultantes, vives el proceso de tu condenación entre golpes, salivazos y risotadas… ¡Hasta donde reduce el servilismo! ¡Hasta donde animaliza la rabia y el odio!… ¡Y tú callas!