Lo Último

.

.

lunes, 6 de febrero de 2012

Un Maestro abuso de sus alumnos en una comunidad hispana de EE UU


(AP) — Por años un maestro de primaria realizó actos lascivos con sus alumnos en su aula sin ser descubierto. Y el hecho de que se manejase en una comunidadmayormente hispana puede ser una de las razones de ello.
El maestro, Mark Berndt, de 61 años, es un hombre agradable, que se ganaba la confianza de los niños. Individuo educado, inspiraba también respeto entre los padres de sus alumnos, en su mayoría inmigrantes latinoamericanos que a menudo se muestran reticentes a hacer denuncias por temor a la autoridad o porque piensan que no los van a tomar en serio.
“Estoy en estado de schock”, expresó Miguel López, padre de uno de los alumnos de la escuela Miramonte Elementary School donde se produjeron los abusos. “¿Cómo pudo suceder esto?“.
Berndt enseñaba a alumnos de tercer grado, en un aula que se encuentra en el segundo piso, en la parte trasera de la escuela, con ventanas que dan a un patio.
Cuando el maestro cerraba las puertas con llave, la clase se transformaba en un salón en el que Berndt hacía y deshacía. Las autoridades dicen que, haciéndoles creer que estaban jugando, vendaba a sus alumnos y les hacía ingerir su semen en una cuchara, en un extraño acto sexual que fue documentado en fotografías.
Se cree que hizo estos “juegos” entre el 2005 y el 2010.
La Miramonte Elementary es una escuela que resulta imponente en el humilde barrio Florence-Firestone, una colección de pequeñas casitas de una planta rodeadas de cercos de alambrados. Es un edificio enorme pintado en azul y amarillo, con murales de líderes mundiales y temas mayas.
Tiene 1.400 alumnos y está tan atestada que funciona todo el año, con distintos ciclos de estudios. La mitad de los niños está aprendiendo inglés y recibe almuerzos gratis o a precios reducidos.
La mayoría de las familias de este sector del Condado de Los Angeles son inmigrantes de México y América Central –algunos de ellos sin papeles– que subsisten cortando el césped y trabajando en fábricas.
El español es la lengua predominante. Los sitios de venta de hamburguesas ofrecen tacos a 99 centavos, hay pupuserías que venden los platos típicos salvadoreños y abundan los negocios que venden aparatos electrónicos y muebles usados en las veredas, como si uno estuviese en la ciudad de Guatemala o San Salvador.
Es un barrio más bien cerrado, cuyos residentes vienen de sociedades en las que no se cuestiona a la autoridad y que no quieren causar problemas. Los maestros son figurasmuy respetadas por los padres, muchos de los cuales tienen una educación limitada.
Todo esto favoreció a Berndt, según María Polanco, quien tiene dos hijos en Miramonte.
“La gente tiene miedo de hablar. No pueden hacerse oír, son ilegales”, afirmó. “Él se aprovechó de eso. Las autoridades escolares piensan que somos ignorantes. ¿Qué tenemos que hacer para que nos escuchen?”.
El arresto de Berndt, quien fue acusado de 23 cargos de actos lascivos con menores, puede empujar a la gente a hablar. Cuatro días después de su detención fue arrestado otro maestro,Martin Springer, bajo sospecha de haber manoseado a dos niñas en su clase, según dijeron algunos alumnos. Y se están recibiendo más denuncias sobre Berndt.
La mayoría de los relatos coincide en que Berndt, quien enseñó en Miramonte 32 años, era un individuo bien visto, un tanto extravagante pero inofensivo.
Se disfrazaba del Ratón Mickey durante el festival de Halloween, tocaba piezas cómicas en la clase y distribuía golosinas y helados. Le encantaba enseñar sobre la naturaleza y tenía una colección de cucarachas de Madagascar en un tanque de peces que le fascinaban a los chicos.
Llevaba a los niños en salidas escolares y le hablaba a sus padres en un español rudimentario. A menudo iba a comprar tamales a vendedores callejeros.
Cuando desapareció y no volvió a dar clases hace un año,los padres se molestaron, según relata Suárez.
La estrecha relación que Berndt había desarrollado con los padres puede ser una de las razones por las que no se hicieran denuncias antes, aunque varios estudiantes se habían quejado de él décadas atrás, infructuosamente.
Las autoridades escolares desecharon una denuncia de 1990 según la cual se habían notado movimientos extraños de sus manos debajo del escritorio, de acuerdo con dos estudiantes que hablaron con el diario Los Angeles Times, y el procurador del distrito se abstuvo de intervenir ante una denuncia de 1994 de que el maestro había toqueteado a una niña debajo del escritorio de la pequeña.
En años recientes, según los fiscales, hacía un “juego de pruebas” durante las clases y después de ellas, con sus alumnos y a veces con estudiantes de otras clases. Los niños le dijeron a los investigadores que el maestro cerraba la puerta con llaves, algo común en la escuela para evitar interrupciones.
De acuerdo con las denuncias, los niños eran vendados y se les daba una cucharada de una sustancia blanca o mezclada con pedazos de galletitas. Berndt tomó fotos de los niños riéndose mientras “jugaban” y a veces se las daba a los pequeños para que las llevasen a sus casas, creando la sensación de que era todo un jueguito inocente y de que se los premiaba por participar.
En una foto un niño se ríe mientras una cucaracha le camina por el rostro. En otras fotos los pequeños aparecen riéndose, con cinta adhesiva en sus bocas.
López dice que cuando le preguntó a su hijo, el muchacho dijo que sabía de esos juegos durante las clases, pero que él no participó en ellos. Los chicos los comentaban entre ellos, pero no les parecía que hubiese nada sospechoso, señaló.
Algunos expertos dicen que el hecho de que los niños no dijesen nada no es inusual. Es muy común a esa edad que se hagan juegos de adivinanzas y en los que se usan vendas. Si un padre oyó hablar de los juegos o vio alguna foto, probablemente no le dio importancia y pensó que se trataba de un maestro que entretenía a los niños. Después de todo, los chicos no se quejaban y no había nada abiertamente sexual.
Los pedófilos a menudo apelan a esos juegos para ver qué chicos parecen más dóciles y les seguirán la corriente si intentan hacer otras cosas.
“Son muy vivos en estas cosas, los chicos no los denuncian”, expresó Mitch Eisen, director de psicología forense de la Universidad Estatal de California en Los Angeles. “Los chicos pueden sentirse privilegiados o especiales por participar en estos juegos”.
El hecho de que los niños parecían estar divirtiéndose confundió un poco a los investigadores, que intervinieron cuando un empleado de una farmacia que imprimía las fotos alertó a las autoridades. El detective Dan Scott dijo que las fotos mostraban un comportamiento claramente inapropiado para un maestro, pero no un delito.
Los investigadores siguieron buscando pisas.