El señor Silva es un contador público mermado por su realidad. En su vida el matrimonio, el barrio y el trabajo parecieran formar parte de una misma burocracia. La vida del funcionario, y la del barrio, cambiará ante la llegada de una ciclista acróbata y fotógrafa. “La ciclista de las soluciones imaginarias” (Ediciones Carena, 2014), narrada desde la voz del funcionario, será presentada por el autor venezolano en la Casa del Libro de La Gran Vía de Madrid el próximo 27 de octubre. Luego, el 19 de noviembre, Edgar Borges tendrá un encuentro con los lectores en la librería Rafael Alberti, de la capital española.
“Un día, después de muchas mañanas de asomarme en el balcón de mi piso, vi la nada”. Con esa frase se inicia “La ciclista de las soluciones imaginarias” y el testimonio del Sr. Silva, un funcionario público que se siente prisionero de algo. Su trabajo en el ayuntamiento, su barrio, su matrimonio o su mente, algo o todo forma parte de la prisión de este hombre. El Sr. Silva padece una extraña enfermedad denominada “El mal de la mirada trastocada”. A pesar de las crisis ocasionales que le hacen ver el pasado y escuchar el presente, él se siente un sujeto normal atrapado entre la ilusión de lo que fue cuando estudió en México para contador público, y lo que terminó siendo desde que regresó a España para ejercer de contable ejecutor de burocracias.
El Sr. Silva descubrirá que su carcelera es Laura, su esposa; una arquitecta convertida en profesora que le ha diseñado una vida a imagen y semejanza de su enfermedad. La mujer de Silva comienza llamándole Sr. y termina cambiándole el lugar, los días y las fechas. El hombre dudará de la historia de sus padres, del paradero de sus tres hijos, si su etapa mexicana es un invento de su fantasía o el recuerdo de un tiempo mejor, si vive en Gijón o en Madrid, o si en un sueño o en la realidad pretendió comprar un veneno para asesinar a su esposa.
Las callejuelas del barrio serán un laberinto que se multiplicará en su vida para impedirle escapar del mapa existencial que le ha inventado Laura en complicidad con el Sr. Burgos, un contratista que mueve los hilos del Ayuntamiento para crear una realidad ajustada a sus intereses. El objetivo del Sr. Silva será encontrar un bosque cercano en donde jugaba de niño. En ese bosque ocurrió algo que guarda en su memoria. Pero de un tiempo a esta parte ningún vecino admite la existencia del bosque.
La vida del barrio cambiará ante la llegada de una ciclista acróbata. Se trata de una mujer que “lleva la bicicleta a donde otros lanzan cohetes y con su cámara de fotos capta los por qué de nuestras amarguras”. La ciclista de las soluciones imaginarias retará la rutina del barrio con las figuras que dibuja sobre su bicicleta. La mujer crea un punto de comunicación entre la mirada desgastada de los adultos y la fantasía de la infancia. Ella se establecerá en un edificio donde dará refugio a los vecinos que renuncian a la amargura para crear inventos incomprensibles a la racionalidad social. Un día el Sr. Silva descubre el sentido ciclístico de la salvación. La ciclista se convierte en un peligro para los planes de Laura y el Sr. Burgos. La acusarán de patafísica y de hechicera.
Edgar Borges (Caracas, 1966), escritor de novelas como ¿Quién mató a mi madre? (2008); La contemplación (2010) y El hombre no mediático que leía a Peter Handke (2012), ha creado su obra más ambiciosa. En esta historia lo imaginado se convierte en un espejo que transforma lo real. El autor ofrece una obra capaz de mantener al lector cautivado hasta la última página. Los personajes parecen surgidos de la mente de un adulto (el Sr. Silva) que extraña los juegos de su infancia. La ciclista de las soluciones imaginarias es una fábula sobre el condicionamiento de la imaginación de los adultos.