Según Estadísticas de Devida, 4 de cada 10 escolares han consumido alcohol, siendo la edad promedio de inicio en el consumo a los 13 años, aunque se han reportado casos de niños de 8 años que ya han probado esta sustancia.
Cabe destacar que se trata de estudios realizados a grupos humanos en contextos socialmente adaptados (hogares y colegios). "No se ha tomado en cuenta a niños de la calle. De contar con este grupo, probablemente estaríamos hablando de una edad de inicio en el consumo de alcohol aún más reducida", señala Eduardo Cruz, psicólogo especialista en prevención de drogas de Devida.
El alcohol funciona como una droga que altera al cerebro, afectando a los neurotransmisores, lo que produce una relajación de la parte más racional del cerebro, que es lo que hace que la persona se desinhiba. "Es como una necesidad de la persona de expresar una especie de catarsis que puede ser agresiva, amena, erótica o incluso depresiva", explica Humberto Castillo Martell,Director General del Instituto Nacional de Salud Mental.
¿Qué sucede en el organismo de los menores cuando toman?
El adolescente es un ser humano en formación, y una sustancia tóxica como el alcohol va a afectar su proceso de maduración neuronal. Los daños pueden ser físicos y psicológicos, pues necesariamente va a dañar su capacidad de memoria, su capacidad de aprendizaje y además desarrollará conductas agresivas y/o depresivas e incluso adicción.
¿Cómo y por qué un menor empieza a tomar?
Los estudios indican que son dos los contextos en los que la mayoría de adolescentes se iniciaron en el consumo de alcohol: el primero tiene que ver con el contexto familiar, y es que en nuestro país existe cierta cultura de permisibilidad por parte de los padres para que sus hijos beban alcohol. De hecho, muchas veces prefieren que el menor tome en casa, y no en la calle.
El segundo contexto tiene que ver con los pares, es decir los compañeros de estudio, pues los adolescentes pasan mucho tiempo con sus compañeros más que con cualquier otra persona adulta. Y en ocasiones estos compañeros podrían ya estar consumiendo alcohol.
"Un niño no empieza a tomar solo, siempre hay un grupo que lo invita o le exige esa conducta", explica Carlos Javier Rodríguez, sociólogo del grupo de investigacion en políticas públicas de la Escuela de Gobierno de la Universidad Católica.
Hay que tener en cuenta que los niños y adolescentes son personas que están en formación y en una edad de crisis emocional, de cambios y experimentación. En ese sentido, el consumo de alcohol depende mucho de qué tipo de relaciones sociales establecen los jóvenes. "El adolescente trata de ser parte de un grupo, y ese grupo a veces exige que participen de algunas activades como tomar alcohol", explica Rodríguez.
El consumo de alcohol es visto desde el punto de vista de las ciencias sociales, no solo como una prueba, sino como un ejercicio de construcción de identidad. Una identidad que es muy necesaria para los adolescentes.
Si el adolescente está emocionalmente estable es menos probable que tome. "El alcohol es una mala alternativa para los jóvenes que están sufriendo angustia, abandono, descuido y/o desatención familiar. Cuando la familia es funcional puede contener al hijo", explica Castillo Martell.
No hay que ocultarles la realidad
Carlos Javier Rodrigez explica que si bien es una buena medida que los padres no tomen en la casa o en presencia de los menores, no es bueno ocultarles el problema de alcohol presente en la sociedad. "Es necesario preparlos para escenarios donde, solos o acompañados, habrá gente que toma. Es importante ayudarles a formar una personalidad fuerte que les ayude a convivir con este problema y optar por cuidar su propia salud", recomienda.
Hay que buscar el diálogo y conocer el entorno de los hijos
Finalmente, Eduardo Cruz de Devida recomienda que "si el hijo tomó alcohol, no hay que aliviarle las consecuencias de la embriaguez. Es mejor propiciar una conversación para generale conciencia de lo que esto representa. Si no se habla del problema, es como ocultar el hecho y solaparlo".
Cruz insta a los padres a que tengan conocimiento del entorno de sus hijos, conocer a sus amigos, los espacios que frecuentan, qué hacen y a qué lugares van
El alcohol funciona como una droga que altera al cerebro, afectando a los neurotransmisores, lo que produce una relajación de la parte más racional del cerebro, que es lo que hace que la persona se desinhiba. "Es como una necesidad de la persona de expresar una especie de catarsis que puede ser agresiva, amena, erótica o incluso depresiva", explica Humberto Castillo Martell,Director General del Instituto Nacional de Salud Mental.
¿Qué sucede en el organismo de los menores cuando toman?
El adolescente es un ser humano en formación, y una sustancia tóxica como el alcohol va a afectar su proceso de maduración neuronal. Los daños pueden ser físicos y psicológicos, pues necesariamente va a dañar su capacidad de memoria, su capacidad de aprendizaje y además desarrollará conductas agresivas y/o depresivas e incluso adicción.
¿Cómo y por qué un menor empieza a tomar?
Los estudios indican que son dos los contextos en los que la mayoría de adolescentes se iniciaron en el consumo de alcohol: el primero tiene que ver con el contexto familiar, y es que en nuestro país existe cierta cultura de permisibilidad por parte de los padres para que sus hijos beban alcohol. De hecho, muchas veces prefieren que el menor tome en casa, y no en la calle.
El segundo contexto tiene que ver con los pares, es decir los compañeros de estudio, pues los adolescentes pasan mucho tiempo con sus compañeros más que con cualquier otra persona adulta. Y en ocasiones estos compañeros podrían ya estar consumiendo alcohol.
"Un niño no empieza a tomar solo, siempre hay un grupo que lo invita o le exige esa conducta", explica Carlos Javier Rodríguez, sociólogo del grupo de investigacion en políticas públicas de la Escuela de Gobierno de la Universidad Católica.
Hay que tener en cuenta que los niños y adolescentes son personas que están en formación y en una edad de crisis emocional, de cambios y experimentación. En ese sentido, el consumo de alcohol depende mucho de qué tipo de relaciones sociales establecen los jóvenes. "El adolescente trata de ser parte de un grupo, y ese grupo a veces exige que participen de algunas activades como tomar alcohol", explica Rodríguez.
El consumo de alcohol es visto desde el punto de vista de las ciencias sociales, no solo como una prueba, sino como un ejercicio de construcción de identidad. Una identidad que es muy necesaria para los adolescentes.
Si el adolescente está emocionalmente estable es menos probable que tome. "El alcohol es una mala alternativa para los jóvenes que están sufriendo angustia, abandono, descuido y/o desatención familiar. Cuando la familia es funcional puede contener al hijo", explica Castillo Martell.
No hay que ocultarles la realidad
Carlos Javier Rodrigez explica que si bien es una buena medida que los padres no tomen en la casa o en presencia de los menores, no es bueno ocultarles el problema de alcohol presente en la sociedad. "Es necesario preparlos para escenarios donde, solos o acompañados, habrá gente que toma. Es importante ayudarles a formar una personalidad fuerte que les ayude a convivir con este problema y optar por cuidar su propia salud", recomienda.
Hay que buscar el diálogo y conocer el entorno de los hijos
Finalmente, Eduardo Cruz de Devida recomienda que "si el hijo tomó alcohol, no hay que aliviarle las consecuencias de la embriaguez. Es mejor propiciar una conversación para generale conciencia de lo que esto representa. Si no se habla del problema, es como ocultar el hecho y solaparlo".
Cruz insta a los padres a que tengan conocimiento del entorno de sus hijos, conocer a sus amigos, los espacios que frecuentan, qué hacen y a qué lugares van