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sábado, 2 de abril de 2016

Hallan en Siria una fosa común con 42 personas ejecutadas por el EI

 02 de abril. AFP) – El ejército sirio encontró una fosa común con los cadáveres de 42 civiles y militares ejecutados por el grupo yihadista Estado Islámico (EI) en la ciudad de Palmira, reconquistada recientemente, informó este sábado a la AFP una fuente castrense.
“El ejército sirio descubrió ayer (viernes) por la mañana una fosa común con los restos de 24 civiles, entre ellos tres niños, y 18 militares”, dijo la fuente, señalando que las víctimas, “soldados y milicianos prorrégimen y familiares suyos”, murieron “decapitadas o fusiladas” por los yihadistas que controlaron la ciudad durante diez meses.
Los restos “se trasladaron al hospital militar de Homs y algunos han sido identificados”, añadió.
El 27 de marzo el ejército sirio, respaldado por milicianos prorrégimen y por la aviación rusa, expulsó a los yihadistas de Palmira, en la provincia de Homs (centro).
Esta ciudad, conocida como la perla del desierto, es famosa en todo el mundo por sus tesoros arqueológicos, de los que el EI destruyó una parte.
Según la fuente militar y la oenegé Observatorio Sirio de los Derechos Humanos (OSDH), se trata de los restos de oficiales y parientes suyos ejecutados por el grupo extremista tras la entrada del EI en la ciudad en mayo de 2015.
“El EI ejecutó a por lo menos 280 personas durante la ocupación de Palmira”,declaró a la AFP Rami Abdel Rahman, director del OSDH.

Destrucción

Los yihadistas del Estado Islámico (EI) pasaron por Palmira como una guadaña, derribando capiteles, columnas y dinteles, destruyendo estatuas en el museo y colocando bombas en esta ciudad siria conocida como la perla del desierto.
En la entrada del templo de Bel, el monumento más bello de la localidad, los yihadistas escribieron con pintura negra: “Estado Islámico. Entrada prohibida a los civiles y a los hermanos” (es decir a los combatientes).
El recinto y los patios del templo no sufrieron destrozos, pero la cella (la parte interior) ya no es más que un amasijo de cascotes, con la excepción de la puerta monumental. El EI la hizo saltar por los aires en agosto de 2015, constataron reporteros de la AFP.
En el podio se amontonan los bloques de piedras beige y ocre típica de la región que formaban los muros, y la columnata de ocho pilastras acanaladas de 16 metros de alto está por el suelo, al igual que los merlones y almenas de los tejados.
“El templo de Bel no volverá a ser nunca como antes. Según nuestros expertos, podremos restaurar un tercio de la cella destruida y quizá más, tras estudios complementarios con la Unesco. Llevará cinco años”, afirmó a la AFP el director de Antigüedades sirias, Maamoun Abdelkarim.
En las ruinas, los soldados rusos, que desempeñaron un papel central en la reconquista de la ciudad, muestran a los periodistas de su país lo que queda de estos tesoros.