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domingo, 31 de octubre de 2010

Inicia actos en honor a la Virgen de Chiquinquirá

Los fieles la acompañaron hasta el sitio de la renovación milagrosa. Hoy arranca la procesión lacustre de la Réplica Sagrada de la Virgen.
Hermosa y resplandeciente, rodeada de rosas amarillas y rosadas. Así estaba, ayer, Nuestra Señora del Rosario de Chiquinquirá. En medio de un río de devotos bajó desde su camerín y asomó su rostro moreno por la puerta central de su casa: la Basílica.
Han pasado 300 años desde que la humilde lavandera María de Cárdenas presenció la renovación mariana de su imagen en el pequeño Retablo hallado a orillas del Lago. Desde ese momento y hasta hoy, la intensidad de ese fervor sigue vigente en la sangre de quienes nacen aquí y también de sus fieles en otros estados.
Gladys de Uzcátegui viene de Barquisimeto y desde hace 10 años asiste religiosamente a la Bajada de la Dama de El Saladillo. “Soy tan devota como cualquier zuliano, mis dos hijos fueron bautizados en su templo sagrado y le tengo tanta fe como a la Divina Pastora”, dijo.
Ella es sólo uno de los rostros de la multitudinaria feligresía que colmó la plazoleta del templo de San Juan de Dios, que lució perfecto como el salón de una casona zuliana. Las 10 mil sillas dispuestas en la plaza estaban abarrotadas y los fieles llenaron las inmediaciones de la Basílica.
En un altar rodeado de flores, a las 5:40 de la tarde el obispo de Carora, Ulises Gutiérrez comenzó la misa en medio de un ambiente lleno de júbilo y con una leve llovizna, pero nadie se movió ni un centímetro. El obispo dio gracias por darle la oportunidad de presidir la eucaristía
Durante la homilía recalcó su petición a la Virgen de “no al aborto, no a la eutanasia, no al secuestro, no a la violencia, no al sicariato, y un profundo sí a la vida, sí a la paternidad responsable, sí al respeto de la vida de nuestros mayores y enfermos, a tener un empleo digno y bien remunerado”.
El obispo Gutiérrez enfatizó en la importancia de la familia en la reconciliación y la paz, y pidió a la Virgen protección para la Iglesia del Zulia.
Culminó la solemne misa y María de Chiquinquirá comenzó su descenso por la rampa mecánica, de 60 metros de longitud, dispuesta desde su nicho por la nave central del templo y que culminaba unos metros más adelante del frontis de la Basílica.

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