Lo Último

.

.

jueves, 5 de abril de 2012

DEPORTES

El presidente de la Federación de Fútbol de Somalia, asesinado

Un nuevo atentado este miércoles ha despertado de golpe a Mogadiscio del sueño de la normalidad que persigue desde que hace meses la milicia islamista Al Shabab abandonara la ciudad. Al menos siete personas han muerto y varias docenas han resultado heridas en una explosión provocada por una joven suicida en el Teatro Nacional de la capital somalí. Este centro había sido abierto el mes pasado tras llevar más de 20 años cerrado debido a la guerra en Somalia.

El atentado ha ocurrido durante la ceremonia de celebración del primer aniversario de una televisión nacional somalí, a la que habían acudido varios miembros del Gobierno. De hecho, la explosión se produjo en el momento en que el primer ministro, Abdiweli Mohamed Ali, estaba dando su discurso desde el estrado, según las agencias de noticias. El jefe del Gobierno resultó ileso, pero entre las víctimas fatales se encuentran el presidente del Comité olímpico somalí, Aden Yabarow Wiish, y el de la Federación de fútbol, Said Mohamed Nur.

Al Shabab ha reclamado la responsabilidad del ataque y ha negado que la explosión fuera causada por una suicida, tal y como sí afirman testigos y la propia Unión Africana. "Esta operación no fue llevada a cabo por una mujer como se está diciendo, sino que todo fue cuidadosamente planeado y organizado por una unidad especialmente entrenada", ha señalado la milicia en su cuenta de Twitter.

Al Shabab es una milicia islamista radical lleva varios años enfrentada al Gobierno somalí y que aún controla una gran parte del centro y el sur del país, a pesar de dos incursiones militares por parte de tropas kenianas y etíopes en apoyo de Mogadiscio. Hasta agosto del año pasado, y gracias a la ayuda de Amisom, la misión de paz de la Unión Africana, el Gobierno solo controlaba el aeropuerto y la zona del palacio presidencial de Mogadiscio. Ese mes, Al Shabab anunció que se retiraba de sus posiciones en la capital.

A partir de ese momento, la ciudad empezó poco a poco el regreso a una cierta normalidad a pesar de las esporádicas explosiones y el fuego de mortero que los rebeldes dirigían al recinto presidencial. Estos ataques tuvieron su punto álgido en octubre, cuando un camión cargado con combustible explotó junto a un ministerio y mató a más de 100 personas.

Sin embargo, y aunque la violencia seguía atenazando otras partes del país, Mogadiscio había comenzado a atraer de vuelta a personas que habían emigrado. Bares y tiendas empezaron a abrir en sus calles, que los habitantes de la capital limpiaron de escombros y ruinas. El puerto y las playas de la ciudad empezaron a revivir con pescadores y bañistas. El Reino Unido estableció a un embajador en Mogadiscio por primera vez desde 1991. Hasta los inusitados atascos de tráfico eran bienvenidos como un paso más hacia la normalidad. Por primera vez en mucho tiempo las noticias que llegaban desde la capital de Somalia se centraban en su rehabilitación.

Precisamente, este proceso tuvo un momento importante y de gran carga simbólica el pasado 19 de marzo con la reapertura del Teatro Nacional. "Somalia tiene una tradición literaria que data desde hace más de 700 años, y creo que retomar estas tradiciones jugará un papel importante en el proceso de paz", dijo ese día Sheikh Sharif Sheikh Ahmed, el presidente de Somalia, en un escenario sin techo, que ya entonces tenía las paredes agujereadas por las balas y que tras el ataque de hoy ha quedado aun más dañado.
EL PAIS