Lo Último

.

.

lunes, 31 de diciembre de 2012

“Cuando se habla de las políticas de seguridad, cualquiera siente que se refiere a un país distinto”


– El periodista Mario Villegas en su columna “Puño y Letra” expresa que “si el modelo de seguridad que postula el gobierno es el que se ve por la zona donde este servidor habita, está muy lejos de producir los resultados de que alardean las autoridades y mucho más lejos de lo que los ciudadanos esperan”.
Asimismo, reseña que ha pasado “dos años que el jefe de la Guardia Nacional en el sector asistió a una asamblea con el consejo comunal y los vecinos, donde el oficial prometió vigilancia y patrullaje, lo cual efectivamente cumplió durante un par de días. Desde entonces, la orfandad de la comunidad es total. No se ve a una sola patrulla, mucho menos a efectivos militares o policiales en recorridos por la zona“.
Además, enfatizó que “no vivo en Miranda, que según el gobierno es el estado más inseguro del país. Resido en La Campiña, parroquia El Recreo del municipio Libertador, cuyo alcalde no es el inepto, escuálido, apátrida, majunche Henrique Capriles Radonski sino el eficiente, revolucionario, patriota, magnífico Jorge Rodríguez”.
A continuación el artículo completo de Mario Villegas:
Si el modelo de seguridad que postula el gobierno es el que se ve por la zona donde este servidor habita, está muy lejos de producir los resultados de que alardean las autoridades y mucho más lejos de lo que los ciudadanos esperan.
Hace unos días y a plena luz del sol, tres de los doce apartamentos del edificio en el que vivo fueron impunemente violentados por delincuentes y dos de ellos parcialmente desvalijados. Sus propietarios estaban ausentes, por lo que al menos no se vio en peligro su integridad personal. Semanas atrás, algo parecido había ocurrido en un edificio vecino, donde los antisociales hasta metieron un camión, amenazaron a punta de pistola a varios residentes y saquearon sus apartamentos.
Pero eso no es todo. En la misma cuadra, dos personas han sido asesinadas a tiros y otras heridas, mientras que en la misma manzana varias han sufrido los rigores del secuestro, numerosas asaltadas y despojadas de sus carteras, celulares y demás pertenencias, gran cantidad de automóviles han sido robados, sopotocientos viandantes víctimas de arrebatones y unos cuantos comercios atracados, uno de ellos con decenas de clientes adentro. Para remate, en el sector pululan indigentes, malandrines, drogadictos y borrachines, que completan un cuadro de extrema inseguridad. ¿O será acaso una “sensación”, como ha afirmado esa caja de sorpresas en que se ha convertido el colega José Vicente Rangel?
Va para dos años que el jefe de la Guardia Nacional en el sector asistió a una asamblea con el consejo comunal y los vecinos, donde el oficial prometió vigilancia y patrullaje, lo cual efectivamente cumplió durante un par de días. Desde entonces, la orfandad de la comunidad es total. No se ve a una sola patrulla, mucho menos a efectivos militares o policiales en recorridos por la zona.
Y, por cierto, no vivo en Miranda, que según el gobierno es el estado más inseguro del país. Resido en La Campiña, parroquia El Recreo del Municipio Libertador, cuyo alcalde no es el inepto/escuálido/apátrida/majunche Henrique Capriles Radonski sino el eficiente/revolucionario/patriota/magnífico Jorge Rodríguez.
Cómo será la cosa en La Campiña que hasta Pdvsa, habitualmente custodiada por la GN, cuyo módulo al frente del la petrolera fue desvalijado por los malandros, creó un cuerpo parapolicial exclusivo y muy bien dotado con el fin de prestarle seguridad a su propio personal en los alrededores de la sede. Los vecinos, en su mayoría clase media modesta y trabajadora, no tienen el músculo financiero para hacerse de una gran red de vigilantes parecida al órgano que la empresa de los hidrocarburos se paga para sí misma con el petróleo que pertenece a todos los venezolanos. Así que en La Campiña, lo único seguro es Pdvsa.
Es un acierto la creación de la Universidad de la Seguridad y de la Policía Nacional Bolivariana. Pero cuando se escucha a los jerarcas oficiales hablar de las políticas de seguridad y de sus maravillosos resultados, cualquiera siente como si estuviesen hablando de un país distinto a éste que nos toca vivir a los demás ciudadanos.

“Una campiña de sensaciones”
Por: Mario Villegas
Columna: “Puño y Letra”