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domingo, 28 de octubre de 2012

Conozca la historia de Tanja Nijmeijer, una rara y atractiva cara de las Farc


 A la una de la tarde del 18 de julio de 2007, la vida de Tanja Nijmeijer cambió para siempre. Ese viernes, un sol radiante se había alzado sobre las orillas del río Guayabero en la Serranía de La Macarena, en Colombia. Los guerrilleros del frente Antonio Nariño habían recibido permiso de bañarse, lavar ropa y descansar. Pero de repente un martilleo se tomó el campamento y la selva comenzó a temblar.
Era la Fuerza de Despliegue Rápido del Ejército neogranadino que lanzaba un feroz ataque. Los guerrilleros corrieron despavoridos y dejaron atrás casi todo lo que tenían, incluyendo un morral que contenía un cuaderno anillado, ondulado por efecto de la humedad y repleto de notas escritas a mano en una lengua indescifrable.
Era el diario personal de Tanja Nijmeijer. Un crudo testimonio escrito en holandés sobre las experiencias y las frustraciones que la guerrillera holandesa de las Farc había acumulado tras casi cuatro años en la selva colombiana.
No era ni es la única extranjera en la guerrilla. Aunque hoy nadie conoce las cifras exactas, la inteligencia del Ejército habla de un rango de dos dígitos con integrantes latinoamericanos y algunos europeos. Pero Tanja se había convertido en la excepción, en una rara y atractiva cara de la guerrilla, y desde entonces, su vida en la insurgencia no volvería a ser la misma.
Cuando en 1984 las batallas entre el Ejército y los guerrilleros arreciaban y las partes firmaron una primera tregua, ella era apenas una niña de 6 años que se había criado en el seno de una familia de clase media en un pueblo limpio y apacible en las praderas del este de Holanda. ¿Qué hizo que esta hija del bienestar europeo, que creció con las oportunidades que solo pocos colombianos podrían llegar a disfrutar, terminara luchando y secuestrando en las filas de las Farc?
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