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miércoles, 17 de julio de 2013

Río de Janeiro también ofrece sus encantos religiosos al peregrino

Los cientos de miles de peregrinos que acudirán a ver al papa Francisco la próxima semana descubrirán que Río de Janeiro ofrece algo más que playas y samba, ya que la "ciudad maravillosa" tiene un "itinerario de la fe" con un rico patrimonio religioso. 

El pontífice participará en la Jornada Mundial de la Juventud (JMJ), que se celebra del 23 al 28 de julio y que ofrecerá un "itinerario de la fe" a los visitantes. 

Se trata de una ruta por 28 edificaciones con el objetivo de "conducir a los peregrinos al conocimiento de la fe y la historia del pueblo de Río de Janeiro", según explicó a Efe el gerente de eventos culturales de la JMJ, Gustavo Ribeiro. 

La primera parada, casi obligatoria, es el Cristo Redentor, localizado en el morro del Corcovado, votado hace unos años como una de las siete maravillas del mundo moderno. 

Inaugurado el 12 de octubre de 1931 a 710 metros del nivel del mar, la subida al Corcovado permite ver esa mole de 38 metros de altura de estilo "art déco" y también disfrutar de unas increíbles vistas de todo Río de Janeiro, con el cerro de granito Pan de Azúcar y las playas de Copacabana e Ipanema como protagonistas. 

El tren eléctrico que lleva a los turistas hasta la base de la estatua atraviesa una de las bellezas naturales de la ciudad, un parque de bosque atlántico que enamoró a la familia real portuguesa cuando llegó a Brasil huyendo de las tropas de Napoleón. 

De hecho, fue el emperador Pedro II el que instaló una ferrovía para ascender hasta la cima, a la que la próxima semana los visitantes podrán subir las 24 horas del día. 

Los barrios del centro de la "Ciudad Maravillosa", como llaman los cariocas a Río de Janeiro, albergan un buen número de "atractivos católicos" para el peregrino. 

La ruta puede comenzar en la catedral de São Sebastião, patrón de la urbe, un futurista tronco de cono de 75 metros de altura y 106 metros de diámetro y capacidad para 20.000 personas, diseñado por Edgar de Oliveira da Fonseca a mediados del siglo XX y del que destacan sus cuatro bellas vidrieras interiores, que van desde el techo hasta cerca del suelo. 

Muy cerca de allí se encuentra la iglesia de San Francisco de la Penitencia, cuyo enorme y dorado retablo barroco fue reabierto al público hace unos meses tras su restauración. 

Al lado, el convento de Santo Antônio, con increíbles vistas del centro financiero de Río, acogerá confesionarios especiales durante la JMJ. 

Subiendo por la cercana Avenida Rio Branco, una de las principales arterias de la ciudad, el peregrino se encontrará con la Iglesia de la Candelaria. 

El techo está decorado con pinturas que cuentan la historia del navegador portugués Antonio Martins da Palma, quien, a principios del siglo XVII, durante una tempestad en medio del océano Atlántico, juró que si sobrevivía construiría una iglesia en honor a la Candelaria, cosa que finalmente hizo al llegar a Río de Janeiro. 

Aquella primera iglesia, ya desaparecida, dio lugar a un edificio majestuoso de influencia neoclásica y decoración neo renacentista que fue inaugurado en 1898. 

También hay "vida católica" más allá del centro de Río, pues el norte y el sur ofrecen iglesias para destacar. 

En la zona norte de la ciudad está la Iglesia da Penha, a la que se accede por 382 escalones, que muchos devotos suben de rodillas. 

En la turística zona sur hay que conocer la Iglesia de Nuestra Señora de Copacabana, que dio nombre al famoso barrio de Río de Janeiro, cuya playa es otra de las postales de la ciudad. 

El templo se construyó en el siglo XIX y guarda en su interior una réplica de la virgen de la Candelaria que preside una iglesia de Copacabana (Bolivia), esculpida en el siglo XVI por el indígena Francisco Tito Yupanqui y a la que se atribuyen milagros. 

Se puede terminar con unas fotos de otro de los símbolos de la ciudad, el Pan de Azúcar, visible desde la colina donde está enclavada la Iglesia de la Glória de Outeiro, en el meridional barrio de Glória. 

La capilla, del siglo XVIII, se construyó en un punto estratégico que los portugueses ganaron a los franceses en 1567, cuando estos ocupaban el territorio.

EFE