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lunes, 25 de agosto de 2014

ECONOMIA

Los acuerdos entre petroleras cuestionan las sanciones a Rusia

El pasado 9 de agosto el presidente de Rusia, Vladímir Putin, asistió en videoconferencia a la inauguración de la exploración del pozo petrolífero de Universitetskaya-1, en el Océano Ártico. La apertura de esta nueva frontera en la producción de crudo ruso conlleva algo más que el aspecto económico: pese a la actual guerra de sanciones entre Occidente y RusiaRosneft, la petrolera estatal de Moscú, trabaja en este proyecto junto con la estadounidense Exxon, la petrolera más grande del mundo. Una cooperación que cuestiona la eficacia de las medidas que EE UU y la Unión Europea han adoptado contra Moscú en el ámbito petrolero.
Durante la inauguración, bajo la mirada de Putin, el presidente de la filial rusa de Exxon, Glenn Waller, celebró “la colaboración a largo plazo” que su compañía ha puesto en marcha con Rosneft. A su lado, Igor Sechin, consejero delegado de la empresa rusa al que las sanciones han golpeado personalmente, definió el comienzo de la exploración como “el evento más importante del año en la industria global del petróleo y del gas”. Y, en efecto, el pozo de Universitetskaya-1 representa el “descubrimiento de mayor envergadura en los últimos diez años, con un potencial de entre 7.000 y 9.000 millones de barriles, en una región que cada vez es más importante en el offshore”, explica James Henderson, investigador del Instituto de Estudios Energéticos de la Universidad de Oxford.
Técnicamente, estas colaboraciones no violan las sanciones, que “se aplican solo a los contratos firmados después del 1 de agosto de 2014”, subraya Henderson. Pero al ser relaciones de larga duración, siguen en vigor pese a la aplicación de las medidas occidentales. Por ejemplo, el acuerdo que North Atlantic Drilling —la matriz de SeaDrll— firmó con Rosneft el pasado 30 de julio, prevé el uso de seis plataformas a cambio de 3.213 millones de euros, y expirará en 2022.El Ártico se ha convertido en un pastel jugoso para las petroleras. La italianaEni tiene un acuerdo para explorar zonas remotas de la región con Rosneft, que a su vez empezará en breve las perforaciones en la zona noruega del mar de Barents juntoStatoil, la compañía estatal de Noruega. Del país escandinavo es también SeaDrill, la empresa que ha construido West Alpha, la plataforma desde la que se ejecutan las perforaciones con Exxon.
La postura de estas empresas ha provocado reacciones en sus países. Ola Elvestuen, vicesecretaria de los Liberales noruegos, uno de los dos partidos de Gobierno, ha hecho hincapié en que “en la situación actual las empresas noruegas deberían evitar Rosneft”. Y también Elizabeth Rosenberg, exconsejera para las sanciones del Departamento del Tesoro de EE UU y ahora directora del programa energético del Centro para una Nueva Seguridad Americana, ha declarado que “la larga temporada de exploraciones petrolíferas que empieza ahora en Rusia se aleja bastante del mensaje que el Gobierno de Estados Unidos está intentando enviar”.
Pero más allá de la duración de los contratos, la propia naturaleza de las sanciones podría dificultar su aplicación. EE UU ha prohibido la exportación a Rusia de la tecnología usada en ámbito petrolero, mientras Bruselas ha cortado las ventas de componentes de las maquinarias necesarias a la prospección. “Pero no está especificado qué componentes son objeto de las medidas, y dada la complejidad de las herramientas resulta imposible distinguir las que no se pueden vender”, asegura Sergei Vinogradov, profesor de laUniversidad escocesa de Dundee.
Las medidas occidentales, sin embargo, golpean a Rusia también en ámbito financiero. “Y el hecho de que los bancos europeos y estadounidenses no puedan prestar dinero a las empresas rusas podría afectarles duramente si las sanciones siguieran en vigor en los próximos años”, remarca Simon Pirani, otro investigador del Instituto de Estudios Energéticos de Oxford.
Según Malte Humpert, director del think tank The Arctic Institute de Washington, “Rosneft necesita fuentes de financiación alternativas a Occidente, y por eso está mirando a China”. En 2013 firmó con CNPC [la petrolera estatal del gigante asiático], la venta de 360 millones de toneladas de crudo en 25 años por 204.000 millones de euros, que también le da derecho a acceder a una línea de crédito de 56.000 millones. Rusia de momento tiene bastantes fondos, “pero si las sanciones financieras se extienden a largo plazo se convertirán en un problema serio”, sentencia.EL PAIS