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lunes, 1 de junio de 2015

SALUD

¿Se puede forzar a los niños a comer sano?

La primera dama estadounidense, Michelle Obama, ha estado al frente de una campaña para cambiar la dieta de las escuelas en Estados Unidos y luchar contra la obesidad infantil. Pero, ¿es posible forzar a los chicos a comer sano?
Es casi la hora de comer en la cantina de la escuela Friendship Woodridge en Washington DC, Estados Unidos. El menú de hoy consiste en raviolis de papa y ensalada de lechuga romana con palitos de pan, servida con leche desnatada. De postre, una banana.
"Es un menú muy sano", afirma Katrina Fitzgerald, que trabaja en la cantina, mientras sirve un cucharón de raviolis en un plato.
"Antes se quejaban pero ahora ya no, creo que se acabaron por acostumbrar", añade.
El menú aquí cambió radicalmente en los últimos años, concretamente desde que la ley de Niños Sanos y sin Hambre entró en vigor en diciembre de 2010. La ley, que fue lanzada por Michelle Obama, incluye estrictas directrices para los comedores escolares.

"¡A moverse!"

La primera dama ha sido una firme defensora de comidas más sanas en las escuelas como parte de su campaña "¡A moverse!", dirigida a reducir la obesidad infantil. Con más de un tercio de niños con sobrepeso en Estados Unidos, los esfuerzos se centran en promover hábitos alimenticios sanos desde una edad temprana.
Las medidas han sido implantadas de forma gradual, pero incluyen el requerimiento a las escuelas de ofrecer frutas y vegetales, además de cereales, proteínas y productos lácteos.
También se establecen límites estrictos sobre el uso de la sal, el azúcar, las grasas y los contenidos altos en calorías. Las escuelas recibirán fondos extra para implantar estas medidas.
En la escuela de Woodridge las papas fritas fueron sustituidas por papas al horno; la escuela cambió también su proveedor de alimentos e incluso empezó a cultivar sus propias lechugas.
Además se mantienen bolsas de uvas guardadas en la heladera, listas para ser servidas como snacks a la tarde. Incluso las máquinas expendedoras son ahora sanas: venden papas al horno y trozos de manzana.
Muchos de los alumnos aquí provienen de familias con pocos recursos donde la comida procesada y no muy sana tiende a estar más disponible.
"No estaban acostumbrados a comer frutas o verduras, o ensaladas", dice el director de la escuela Richter Craig.
Aun así, cerca de la escuela hay tiendas donde se vende comida chatarra, lo que hace que la situación sea más complicada de lo que parece.
"No es raro ver a un estudiante entrar en la escuela a las ocho de la mañana con un trozo de pizza en una mano y un refresco en la otra", afirma Craig. "Así que tenemos que decirles: comamos esto en su lugar".
Michelle Obama

Más despiertos y con más energía

Craig afirma que cuando los alumnos se empiezan a sentir más despiertos y atentos en clase, y con más energía, empiezan a entender los cambios. También está ayudando a cambiar las ideas de los padres, ya que los estudiantes van a casa y hablan sobre lo que comieron.
"Creo que es bueno y sano para mí", dice una alumna de nombre Destiny. "La comida sana incluso sabe bien, pero extraño la comida chatarra; los caramelos y los refrescos lo que más."
Otro chico está de acuerdo, pero ambos parecen ser la excepción.
"Es asqueroso, pero tenemos que comerlo porque los profesores nos obligan", dice uno de los chicos, Maurice. "Si no lo comemos nos tenemos que ir a la mesa de atrás".
Pero no son solo los estudiantes los que se quejan. La Asociación de Nutrición Escolar de EE.UU. (SNA en sus siglas en inglés), que representa a 55.000 profesionales de la nutrición en centros educativos de todo el país, escribió una carta a la primera dama asegurando que aunque aplauden el intento por implantar comidas más sanas, las escuelas necesitan más flexibilidad para atraer a los chicos.
Bandeja comida
"Demasiadas escuelas tienen dificultades con el incremento de los costes, la caída de los ingresos, el aumento de los desperdicios y el declive en la participación asociada con la implementación de los estándares de nutrición", afirma la asociación en la carta.
El gobierno estadounidense aseguró que el 90% de comedores cumplen con los requerimientos del programa, pero la asociación argumenta que esto por sí solo no significa que el plan sea un éxito. La SNA asegura que el número de chicos que comen en comedores de escuelaa ha caído en 49 estados, con un total de un millón de estudiantes menos comiendo en los centros.
Algunos políticos republicanos han abogado por una exención para que las escuelas puedan elegir no implantar el programa, que contó con el apoyo de los dos partidos estadounidenses.

¿Está funcionando?

Algunos datos parecen demostrar que sí, como se refleja en estas cifras recopiladas por la Universidad de Harvard:
  • El consumo de vegetales por alumno creció un 16% desde 2011-2012, año en el que se implantó el plan.
  • En este tiempo, más alumnos -23% más- eligieron comer fruta, aunque el consumo de fruta por alumno se mantuvo estable.
  • Antes de 2012 los alumnos desechaban el 75% de vegetales en su bandeja, ahora ese número bajó hasta un 60%.
  • Tanto antes como después de la entrada en vigor de la regulación, los estudiantes desecharon un 40% de la fruta.
Niña
"Nunca dije que no se sirviese comida saludable, pero sirvamos comida sana que los chicos vayan a comer y que no suba el porcentaje de alimentos desechados en el plato", dice el congresista republicano Rodney Davis, de Illinois.
Michelle Obama respondió a estos argumentos.
"Lo último que tenemos que hacer ahora es jugar un juego político con la salud de nuestros hijos", dijo en un evento con directores de nutrición de escuelas del país en la Casa Blanca en Mayo.
"En 10 o 20 años no quiero mirar atrás arrepentida y pensar que nos dimos por vencidos porque creímos que esto era muy difícil o caro", afirmó la primera dama.
Peor los desafíos persisten. En la cantina de la escuela conozco a Cherokee, que trajo su propio almuerzo: queso y jamón procesado.
"Es porque la comida de la escuela es asquerosa y me hace vomitar", dice esta niña. "No me gusta la comida aquí, no creo que sea buena para mí y mi estómago hace ruidos cuando llego a clase".
La lucha por reducir la obesidad infantil es complicada y los expertos afirman que se debe combinar nutrición con la reducción del tamaño de las porciones y un incremento del ejercicio.
Pero la pregunta es si los políticos deben implementar medidas estrictas como las apoyadas por la primera dama o si se debe adoptar una actitud más permisiva.
De cualquier forma, cambiar gustos nunca es fácil.
BBC MUNDO