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lunes, 3 de junio de 2013

En Estambul y Ankara los manifestantes turcos continúan desafiando al gobierno


El movimiento de protesta en Turquía contra el gobierno entró este lunes en su cuarto día, a pesar del llamamiento a la calma del presidente Abdulá Gul y de la ausencia del primer ministro Recep Tayyip Erdogan, principal objeto de las críticas de los manifestantes, que decidió mantener su gira prevista por África del Norte. 

El presidente Gul pidió calma este lunes a los manifestantes y les aseguró que su mensaje había sido "recibido". 

"Democracia no significa únicamente elecciones" dijo el presidente según la agencia de noticias Anatolia. "Es normal expresar opiniones diferentes [...] Los mensajes transmitidos con buena voluntad han sido recibidos", aseguró. 

Una calma relativa reinaba en el país en la mañana de este lunes, primer día laboral desde que comenzaron los enfrentamientos entre manifestantes y policías en Estambul y después de otra noche de violencia en esta ciudad, pero también en Ankara y en Izmir (oeste). 

El corazón simbólico de la protesta, la plaza Taksim de Estambul, recuperó algo de normalidad, aunque las barricadas armadas con mobiliario urbano o coches destruidos bloqueaban el acceso desde las calles adyacentes, signo de la determinación de los manifestantes de no dejar tomar el control de la plaza a las fuerzas de seguridad, que por orden del gobierno se alejaron el sábado. 

Los manifestantes prometieron permanecer movilizados en todas partes. El domingo varias miles de personas ocuparon la plaza Taksim hasta tarde por la noche. 

"Se convirtió en un movimiento [de protesta] contra el gobierno que se inmiscuye cada vez más en nuestra vida privada", explicó Hamdi a la AFP el domingo por la noche en Ankara. 

Desde el viernes, la protesta de un puñado de militantes asociativos contra el proyecto de construcción de un parque público en Estambul se extendió poco a poco al conjunto de Turquía. 

Acusaciones de autoritarismo 

Erdogan, acusado de autoritarismo y de querer "islamizar" la sociedad turca, se enfrenta a un movimiento de protesta de una importancia inédita desde la llegada al poder del Partido de la Justicia y el Desarrollo (AKP, islamista moderado) en 2002. 

La noche del domingo violentos incidentes se produjeron entre la policía y miles de manifestantes en Estambul, alrededor de las oficinas de Erdogan, así como en Ankara, en el barrio residencial de Kavaklidere. 

El domingo la policía turca dispersó varias manifestaciones en Izmir (oeste), Adana (sur) o Gazientep (sureste), operaciones que causaron varios heridos. Numerosos manifestantes citados por la televisión turca denunciaron la brutalidad de las fuerzas de seguridad. 

La violencia de los últimos tres días dejó más de mil heridos en Estambul y al menos 700 en Ankara, según las organizaciones de defensa de los derechos humanos y los sindicatos de médicos de las dos ciudades. 

Esas cifras no fueron confirmadas por las autoridades y el ministro de Interior, Muamer Guler, evocó el domingo el balance de 58 civiles y 115 policías heridos durante las 235 manifestaciones registradas desde el martes pasado en 67 ciudades. 

Según Guler, la policía detuvo el domingo a más de 1.700 manifestantes en todo el país, pero la mayoría fueron rápidamente liberados. 

Dentro del poder, varias voces disidentes han lamentado la brutalidad de la policía. El jefe de Estado Abdulá Gul dijo que el nivel de confrontación era "preocupante", mientras que el viceprimer ministro Bulent Arinc ha abogado por el diálogo "en lugar de tirar gases contra las personas". 

El primer ministro reconoció "errores" de la policía y prometió sanciones contra los excesos. Pero repitió que mantendrá hasta su finalización el proyecto urbano cuestionado de la plaza Taksim. 

El lunes, antes de empezar una gira de cuatro días por África del Norte, Erdogan desestimó todas las críticas y se mostró sereno. 

"Nos mantendremos firmes [...] cálmense, sobrepasaremos todo esto", dijo a la prensa. "Mi país dará su respuesta en las elecciones [los comicios locales de 2014]", subrayó el primer ministro confiado en su baza electoral. "Si realmente tenemos prácticas antidemocráticas, nuestra nación nos derrocara", afirmó.AFP