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viernes, 14 de enero de 2011

Estudio relaciona abortos espontáneos con mayor riesgo de infarto

Si los abortos espontáneos se repiten en la mujer, podrían ser un indicador de mala salud cardiovascular.
Según un reciente estudio, esta circunstancia multiplica por cinco las posibilidades de sufrir un infarto de miocardio, en el caso de ser más de tres los abortos naturales. Los datos muestran que, aunque en menor medida, también haber dado a luz a un bebé sin vida podría aumentar las posibilidades de padecer un problema coronario a lo largo de la vida.
Los autores, dirigidos por Elham Kharazmi, del Centro Alemán de Investigación en Cáncer de Heidelberg (Alemania), señalan que ambos problemas son predictores específicos de infarto de miocardio.
Los datos del estudio: El equipo realizó un seguimiento durante aproximadamente diez años a más de 11.500 mujeres. A través de varios cuestionarios, los científicos analizaron si las participantes habían sufrido algún aborto, si habían parido algún bebé sin vida, o si habían interrumpido voluntariamente sus embarazos.
De las 2846 mujeres que habían sufrido abortos espontáneos (el 24%), un total de 69 había padecido esta circunstancia en repetidas ocasiones. Otro 18% de la muestra había abortado de forma intencionada, mientras que un 2% había dado a luz a un niño muerto.
Durante los 10 años supervisados, 82 mujeres sufrieron un ataque al corazón y 112 padecieron un infarto cerebral. Al cruzar los datos disponibles, los investigadores comprobaron que un historial de abortos recurrentes (más de tres) se asociaba con un riesgo mucho más alto de sufrir un infarto de miocardio.
Según sus resultados, también haber perdido un bebé aumentaba las posibilidades de desarrollar un problema de corazón. En cambio, ninguno de estos problemas se asociaba con mayores probabilidades de sufrir un infarto cerebral.
El estudio se titula “Pregnancy loss and risk of cardiovascular disease: a prospective population-based cohort study” (“Pérdida del embarazo y el riesgo de enfermedad cardiovascular”) y está publicado en la revista de salud cardiovascular “Heart”.
Fuente: El Mundo

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