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sábado, 20 de julio de 2013

Cientos de jóvenes ocupan Río de Janeiro con rezos en lugar de protestas

 (dpa) – Cientos de miles de jóvenes volverán a ocupar en la semana próxima las calles de Río de Janeiro. Pero, a diferencia de las manifestaciones que sacudieron Brasil el mes pasado, su objetivo no será la protesta, sino la celebración de la fe.
La Jornada Mundial de la Juventud (JMJ), que se realizará del 23 al 28 de julio, atrajo a Río a jóvenes católicos de todos los rincones de Brasil y del mundo, que arriban exhibiendo banderas de sus países y entonando cánticos típicos en el mismo aeropuerto.
Como era de esperarse, el grupo más numeroso es el de fieles de Argentina, el país natal de Francisco: “Para nosotros es todavía una sorpresa conocer a un papa que es de nuestra misma cultura”, dijo el sacerdote Valter de Melino.
Pero muchos de los fieles llegan desde lugares lejanos, como tres jóvenes malayos que viajaron 30 horas en avión para llegar a Río y concretar su sueño de “conocer al Santo Padre y celebrar el catolicismo”, como afirmó Aaron Secvaras.
“Queremos demostrar a la gente que en Malaisia no hay sólo musulmanes”, agregó el estudiante de 26 años.
También para los que viven en países no tan lejanos el viaje para encontrar al papa supuso sacrificios, especialmente financieros, ya que el costo del pasaje aéreo supera en algunos casos los 1.000 dólares.
La diseñadora gráfica y fotógrafa venezolana María Carle Valera, quien llegó a Río en mayo para ayudar en la organización de la cita, reveló que ha vendido su máquina fotográfica y su computadora para financiar el viaje.“El precio de los pasajes limita mucho, muchas personas no han logrado venir”, dijo el sudafricano Leonardo Silva, quien afirmó que considera “una victoria personal” el hecho de poder participar en la JMJ.
“Yo tenía un pasaje para julio, pero luego me llamaron para trabajar como voluntaria a partir de mayo, y tuve que cambiar la fecha del vuelo. Pero era más barato comprar un pasaje nuevo, así que lo compré. Mis ahorros no alcanzaban, y por esto tuve que vender mi material de trabajo”, relató la muchacha de 24 años, quien sin embargo no lamenta su decisión.
“A cada día, la JMJ refuerza mi fe. Dios me ha dado la oportunidad de conocer y vivir la fe de otros jóvenes en un país diferente”, expresó.
Los precios de las estadías en hoteles también son elevados, pero ello no afecta a la aplastante mayoría de los jóvenes peregrinos, que se hospedarán en hogares de familias, en parroquias de la Iglesia y hasta en centros judíos, protestantes y de religiones afrobrasileñas que abrieron sus puertas para recibirlos.
“Yo recibiré a todos, independientemente de su religión”, afirmó el coordinador de uno de los centros de “umbanda” que hospedarán a los peregrinos. “Este es el momento de integrar. Estamos buscando un futuro más prometedor, y que esté acompañado por paz y armonía”, dijo asimismo el presidente de la Federación Israelita de Río, Jayme Salomao.
Pero el gobierno brasileño de Dilma Rousseff teme que la presencia de unos 5.000 reporteros de todo el mundo para cubrir la visita papal pueda estimular a grupos de manifestantes a volver a la calle para realizar protestas.Ante los discursos sobre armonía y paz, la JMJ se perfila como una “tregua” en la ola de violentas protestas que sacudieron Brasil en junio, cuando multitudes mayoritariamente formadas por jóvenes salieron a la calle para protestar contra la corrupción y los gastos del Estado con la preparación de las grandes citas deportivas y para demandar mejores servicios públicos de salud, educación y transporte.
Para evitar problemas, Brasil dispuso un fuerte esquema de seguridad para proteger la JMJ, que será el primer viaje internacional del papa Francisco desde que asumió el trono de Pedro, en marzo pasado.
La propia Iglesia católica brasileña ha expresado su apoyo a las reivindicaciones de los manifestantes. En su página en internet, la Pastoral de la Juventud afirma que los jóvenes católicos no están ajenos a los problemas del país anfitrión de la JMJ 2013, aunque se oponen al recurso a la violencia durante las protestas.
“Es razonable que el joven católico también quiera participar y contribuir a la construcción de la sociedad. Pero la participación católica debe realizarse con el Espíritu del Evangello. Ello significa que el joven católico no debe adoptar una postura violenta. No defendemos que el cristiano sea pasivo, sino que sea verdaderamente pacífico y esté comprometido con la justicia”, afirma.
Según uno de los coordinadores de la cita católica, el padre Joel Ramalho, no hay temor a que la JMJ se vea perjudicada por protestas, y ello se refleja en la decisión del pontífice de mantener un contacto directo y cercano con los fieles durante la cita.
“El propio papa prefiere violar protocolos de seguridad a permanecer distante de las personas”, afirmó el sacerdote.