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viernes, 23 de marzo de 2012

El libro del viernes: “Confieso que he vivido”, de Pablo Neruda


El francés Henri Bergson imaginó que en alguna parte de nuestro cerebro hay algo así como una válvula que filtra los recuerdos y nos permite conservar sólo los que valen la pena.
Tal vez por eso borramos de nuestra memoria observaciones inútiles como el grabado de un tenedor o los miles de rostros comunes que vemos en la calle. Pero sentimos culpa por algún pecado de la adolescencia u orgullo por alguna proeza personal.
Lo cierto es que recordar nos hace humanos y nos invita defender las virtudes de nuestra individualidad.
Entre los recuerdos buenos que me marcaron tengo la lectura de “Confieso que he vivido”, quizá porque me permitió acudir a la experiencia vital de un ser humano único como Pablo Neruda y porque en mi mente joven quise de alguna manera imitarlo en su grandeza.
El libro no era mío. En aquella época sólo me pertenecían una Biblia Reina-Valera 1960 y un ejemplar de “Cien años de Soledad” que luego le regalaría a una novia.
Pertenecía a mi compañero de cuarto, el periodista Moisés Estaba. Ni siquiera me lo prestó. Yo lo tomé de entre sus cosas y comencé a leerlo sin poder despegarme aunque él me gritaba “¡No leas mis libros!”.
En aquella época trabajaba en un periódico de Barcelona y tenía la dicha de hablar de literatura e historia con Augusto Hernández Agüero. Recuerdo este diálogo:
AFP