El perfil de Melania Trump no es precisamente el de la primera dama perfecta, ni mucho menos el de la clásica mujer de un político republicano.
Melania se dedicaba a las pasarelas y a las sesiones fotográficas, fue una modelo eslovena que se convirtió en “una mujer objeto” para muchos.
En su momento a nadie le extrañó que un hombre con gustos muy banales y organizador de muchos concursos de belleza pudiera tener una mujer como esta, pero a medida que Trump avanza en su carrera política la presión se centra sobre su mujer.
Los analistas del partido conservador se han empezado a preguntar por qué la señora de Trump se ha dejado ver tan poco en estos meses de primarias mientras su marido genera titulares por doquier. La conclusión parece ser que la política no es lo suyo, que no le gusta ser el centro de atención y que, de hacerlo, podría meter la pata. En otras palabras, que podría ser motivo de vergüenza para el partido y una fórmula segura para perder votos.
Es un hecho que la señora Trump no está preparada para una presión como lo es ser la primera dama, ni para afrontar esta clase de escenarios y que su capacidad intelectual no es la que hace falta para una empresa semejante. Al fin y al cabo, lo suyo iba por otro lado.
Con información de elmundo.es.