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domingo, 10 de julio de 2011

JVR a la revista Semana: "El presidente tiene una gran chamba en el abdomen"

MARÍA JIMENA DUZÁN: ¿Qué tan enfermo está Chávez?

JOSÉ VICENTE RANGEL: Está enfermo, pero no está grave. El tumor que le sacaron estaba encapsulado. Sé que el cáncer que tiene no es de colon y que por el momento no va a necesitar quimio.

M.J.D.: Por la forma como Chávez habló de su cáncer el día que volvió a Caracas, quedó claro que él todavía no sabe si va a ganar esta batalla. Invocó a Cristo, a José Gregorio Hernández y hasta al espíritu del llano para que lo ayudaran. Yo vi a un Chávez asustado ante la posibilidad de morir.

J.V.R.: Eso es cierto. Él mismo aceptó que ha emprendido una batalla por su vida. Con el cáncer hay muchos factores impredecibles, y en ese terreno no me meto. Prefiero refugiarme en Dios, como Chávez.

M.J.D.: Sin embargo, hay dentro de la oposición quienes no creen que él esté enfermo. Hablan incluso de que lo que se fue a hacer a La Habana fue una liposucción y que todo es una farsa.

J.V.R.: Pues, chica, es que nosotros tenemos una oposición surrealista que todavía se equivoca con Chávez. El presidente tiene una chamba en el abdomen, que si se la vieran, la oposición no diría que está mintiendo. Pero además, Chávez es así: todo lo asume. Cuando el fracasado golpe militar del 4 de febrero, él asumió la responsabilidad. En cambio, la oposición, cuando intentó darle un golpe hace diez años, nunca asumió la responsabilidad. Bueno, pues ahora es lo mismo: Chávez ha aceptado que tiene cáncer, que está enfermo. Y ahora resulta que la oposición no le cree. De ellos ya nada me extraña…

M.J.D.: Si yo fuera chavista, me preocuparía que el jefe de oncólogos de Chávez fuera Fidel Castro. ¿Y la medicina venezolana?

J.V.R.: Por lo que le pasó a Fidel, él es un hombre que ha indagado mucho en el tema de la medicina. Pero el tema no es si la medicina cubana es mejor que la venezolana. Si a él no se le acentúan las dolencias en La Habana, las operaciones se las habrían hecho aquí, en Caracas. Eso no es lo único que está diciendo la oposición por estos días. Con motivo de la enfermedad de Chávez, han hablado de un vacío de poder, la misma tesis que aplicaron el 11 de abril de 2002 cuando intentaron darle el golpe a Chávez. Y ahora lo vuelven a repetir. Sin embargo, el problema real que tenemos en Venezuela es que hay un vacío de la oposición: no sirve para nada, es pura chatarra.

M.J.D.: Sin embargo, no les falta razón cuando, a raíz de la enfermedad del presidente, plantean la premisa de si puede haber chavismo sin Chávez.

J.V.R.: No es cierto que sin Chávez no haya chavismo. A lo largo de estos años se han formado cuadros muy importantes. Elías Jaua, Rafael Ramírez, Nicolás Maduro. Las mujeres, por ejemplo, están ocupando posiciones importantes en el Tribunal Supremo, en el Consejo Nacional Electoral; tenemos una mujer fiscal en la Defensoría del Pueblo.

M.J.D.: Pero ni Jaua ni Maduro le dan a los pies a Chávez en materia de liderazgo. En cambio, se especula que una figura como usted, que tiene muchas horas de vuelo, podría ser nombrada en la Vicepresidencia…

J.V.R.: ¡Noooo, chica!...si el problema no es de figura, sino de equipo, de organización. Yo soy una persona chavista convencida, creo en el liderazgo de Chávez, pero no estoy ni tengo interés de estar en la política activa. Mira, he sido durante 25 años parlamentario, tres veces candidato presidencial, ministro canciller, ministro de la Defensa, vicepresidente durante cinco años, novio de la madrina… he sido de todo. Estoy apoyando a este gobierno porque lo que está haciendo lo propuse cuando fui candidato presidencial. Yo estoy afortunadamente ingrávido. Y cuando me llaman a pedirme un consejo, lo doy, pero gratis.

M.J.D.: Usted ha dicho que los opositores de Chávez lo han encasillado en un cliché que no es real. ¿Cómo es realmente Chávez?

J.V.R.: La gente cree que Chávez nació con vocación de estatua, y eso no es así. Él es un hombre que ha estudiado mucho siendo presidente de la República; lee todo vorazmente. Es un hombre vehemente, apasionado, pero que tiene el sentido de las proporciones, que llega a un lugar y no pasa de allí y que es capaz de devolverse del precipicio. Mire, Chávez es el político más hábil que ha habido en Venezuela, más que Betancourt, que Carlos Andrés Pérez.

M.J.D.: En el chavismo hay de todo: una extrema izquierda que se molesta cada vez que Chávez deporta a un guerrillero de las Farc; una derecha capitalista que se ha enriquecido, comandada por Diosdado Cabello; un ejército poderoso y unas bases populares que son subsidiadas por el gobierno. El único que une esos polos de poder es Chávez. Ni Jaua ni Maduro tienen esos alcances.

J.V.R.: Eso es cierto. Todo eso lo aglutina el presidente. Pero yo diría que el liderazgo de Chávez va más allá: es un liderazgo telúrico. Muchos lo comparan con el peronismo o con el gaitanismo. Yo digo que el chavismo tiene un rasgo muy importante: su definición política, haber metido el socialismo en Venezuela y convertirlo hoy en una corriente con peso específico...

M.J.D.: Pero yo no veo que aquí impere ningún socialismo. Venezuela sigue siendo una sociedad consumista, capitalista, con propiedad privada. Veo más bien cierta anarquía al interior del Estado…

J.V.R.: Es que ha sido muy difícil desmontar el modelo capitalista en un país como Venezuela. Pero aquí se ha avanzado enormemente. Él ha logrado hacer un cambio en la correlación de fuerza de los factores de poder. Aquí el sector privado, la banca, el sector financiero, perdieron el control de la política. Ellos ya no nombran ministros, como lo hacían antes. En el campo militar, los cambios han sido tremendamente audaces. Chávez logro transformar un ejército antiguerrillero en un ejército que habla de patria, socialismo o muerte. Ese ejército desapareció como factor de poder y su última expresión fue el golpe del 11 de abril de 2002. A partir de ese momento, se jugó la carta con los empresarios, con los banqueros y con Pdvsa, y perdió. Subestimaron a Chávez y al chavismo. Desmontar todo ese sistema no se puede en solo 12 años.

M.J.D.: ¿Usted cree que si Chávez sobrevive a la enfermedad y gana las elecciones, ese nuevo gobierno va a ponerle el acelerador a ese proceso revolucionario para que se convierta en irreversible?

J.V.R.: Nada en la vida es irreversible. Todo depende de cómo marche el proceso. A lo mejor se comete un cúmulo de errores que podría plantear la reversibilidad del proceso. Pero por ahora, no se ve que eso vaya a pasar.

M.J.D.: El chavismo habla de una patria libre, pero cada vez existe más la percepción de que Cuba está muy metida en el corazón de este régimen.

J.V.R.: Eso no es cierto, chica. Si eso fuera cierto, el primero en protestar sería yo. No me gusta que dependamos de nadie. Tenemos, eso sí, una relación muy estrecha y hay un afecto muy grande de Chávez por Fidel, y viceversa. Nada más.

M.J.D.: Cuando Chávez fue a Bogotá, pude constatar que la guardia pretoriana que lo acompañaba en la embajada era cubana…

J.V.R.: ¿Quién te dijo que eran cubanos? ¡Esos eran guardias venezolanos!

M.J.D.: Usted ha dicho que la oposición en Venezuela es una oposición golpista, antidemocrática. Pero me parece que de un tiempo para acá ha decidido unirse y no le ha ido nada mal. En las pasadas elecciones a la Asamblea sacó un número importante de diputados, además de que le quitó al chavismo importantes gobernaciones y alcaldías, como la de Caracas.

J.V.R.: Esos votos que sacaron en la Asamblea los hubieran podido sacar hace cinco años si no se hubieran retirado… ¿Y sabes por qué lo hicieron? Porque tenían un golpe en la manga y pensaban que no participando deslegitimaban al gobierno. Pero el tiro les salió por la culata. Pasaron cinco años en el autoostracismo y volvieron a presentarse y consiguieron un número apreciable de diputados. Lástima que esos espacios que han conquistado los terminen convirtiendo en una trinchera y no asuman una actitud inteligente de darse cuenta de que Venezuela cambió.

M.J.D.: Puede que la oposición haya cometido errores, pero el gobierno del presidente Chávez ha sido incapaz de solucionar temas puntuales como el de la falta de energía, el de las cárceles, la inflación galopante, los damnificados del invierno, que todavía deambulan por los pasillos de la Cancillería...

J.V.R.: Yo soy un crítico permanente de muchas cosas que Chávez ha hecho mal y acepto que en ese tema de los damnificados va muy lento, como también creo que no hay ninguna razón para que un gobierno de este tipo no haya mejorado las condiciones de las cárceles. Eso hay que reconocerlo.

M.J.D.: ¿Y qué me dice del tema de los boliburgueses, esa nueva clase empresarial que se enriqueció al amparo del chavismo?

J.V.R.: ¡Eso es una infamia! Es posible que algunos se hayan enriquecido, pero eso no es una política del gobierno, como usted insinúa. Pero además, no hay ningún indicio de que eso sea cierto. Si lo fuera, ¿por qué nadie ha denunciado nada? ¡Ahh!... ¿Por qué dicen que la justicia es una institución que está comprometida con el chavismo? Pero bueno… ¡inténtenlo! ¡Que hagan la denuncia!

M.J.D.: ¿Usted se imaginó alguna vez que Juan Manuel Santos iba a convertirse en el nuevo mejor amigo de Chávez?

J.V.R.: No. La verdad, chica, a mí me sorprendió. Cuando él estaba de ministro de Defensa y yo de vicepresidente, Chávez me llamó y me dijo: "Oye, allí tenemos un enemigo de Venezuela". Sin embargo, acto seguido me advirtió: "Las políticas no se heredan". Y fíjate, una vez ganó, rápidamente se mejoraron las relaciones.

M.J.D.: ¿Y cómo fue que dos enemigos tan feroces se acercaron tan fácil?

J.V.R.: Ahh… porque el enemigo era otro.

M.J.D.: ¿Y cuál era ese otro?

J.V.R.: El innombrable... 

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