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sábado, 14 de mayo de 2011

“El Puma” puso a recordar y a agarrarse de las manos a las madres caraqueñas

El recuerdo, la nostalgia y también el ritmo se apoderaron de las madres caraqueñas que se dieron cita puntualmente en el Teatro Teresa Carreño el pasado 13 de mayo, para presenciar el homenaje musical que les rendiría el internacional “Puma”, José Luis Rodríguez nuevamente sobre un escenario capitalino.

Impecablemente ataviadas para la cita, con la expectativa que inundaba las colas para el acceso al teatro, las señoras se hicieron acompañar de sus esposos, hijos, hijas, nietos o nietas para presenciar un repaso musical por 21 canciones que han ocupado un lugar en el sentir de miles de admiradoras, durante más de 40 años de carrera artística.

Poco antes de las 8 :30 pm, subió a la tarima de la Ríos Reyna un puma de apariencia esbelta, la misma enérgica voz y tenues movimientos que aún desgarran algunas gargantas. Acompañado por un grupo de cuatro bailarines y bailarinas, inició “La Parranda” con un colorido espectáculo y una banda de impecable sonido.

Acto seguido, arrastró un taburete al medio del escenario para darle un toque de intimidad a la velada y conminar a las parejas a asumir el compromiso de reconquistar a sus damas o pedirles perdón, “la palabra que nunca sobra y siempre usamos” -según expresó- con las piezas “Voy a conquistarte”, “El Culpable soy Yo” y “Amante Eterna”.

Un José Luis irreverente le pasó por encima a la advertencia de no tomar fotos ni grabar videos dentro del recinto y exhortó a las eufóricas asistentes a “tomar las fotos que quieran, y grabar todo lo que quieran”.

En una onda reflexiva que predominó durante todo el concierto y antes de entonar “Boca dulce Boca”, el cantante recomendó entre aplausos planificar la vida “como si nunca te vas a ir y vivirla como si te vas hoy”.

“Perdón, vida de mi vida” con pista musical mexicana y su versión de “Frenesí” , fueron el guiño a recordados boleros clásicos. Otros muchos suspiros de reminiscencias se dejaron colar con un set de de homenaje a “Billo’s Caracas Boys”, la orquesta a quien le prestó su voz desde 1963, con piezas como “Los Amigos” “Mosaico 7” y “Por Encima de Todo”.

Después de poner buena “La Fiesta”, el “Pavo Real” puso a mover el esqueleto del auditorio, con un “chévere, qué chévere” aderezado por el enérgico cuerpo de baile, que apoyó el leve quiebre de cintura de El Puma.

El taburete volvió de nuevo al escenario para acompañar la más sentida interpretación de la noche, “Tengo derecho a ser feliz”, canción que sirvió de preámbulo a la entrega de decenas de rosas rojas que el eterno protagonista de telenovelas como “Angélica”, “Estefanía” y “Una Muchacha llamada Milagros” arrojó con sus propias manos a las fanáticas.

Sin embargo, fue “Agárrense de las manos” la que levantó de sus asientos a la concurrencia en pleno, en un simulado y emotivo final que fue la única breve pausa que se dio José Luis Rodríguez. En breve segundo, retornó entre gritos que lo reclamaban a la tarima, para entonar con el tímido acompañamiento de un cuatro y un violinchelo la pieza “Venezuela”.

El espectáculo de dos horas culminó con “Diosito Santo”, con unas señoras complacidas que comentaban convencidas a las afueras del teatro: “Todavía al Puma le queda”.

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