¿Jugará Massa o no jugará? Durante los últimos meses ésa fue la gran pregunta en los círculos políticos de Argentina. Sergio Massa podía mantenerse en las filas del kirchnerismo como alcalde del municipio bonaerense de Tigre y seguir callado cada vez que le preguntaran sobre la reforma judicial, la inflación o sobre los posibles planes reeleccionista de la presidenta Cristina Fernández… O bien, podría presentarse con su partido, el Frente Renovador, a las elecciones legislativas del próximo 27 de octubre. El peronismo no se caracteriza por repudiar los cambios de chaqueta. Así que Massa continuó haciendo como que deshojaba la margarita sin que las encuestas lo castigaran por limitarse a deshojar la margarita.
En el fondo, lo que se dirime tras la jugada de Massa es quién será el próximo presidente de Argentina en las elecciones de 2015. Cristina Fernández ya ha optado a los dos mandatos que prescribe la Constitución. Pero si consiguiera una mayoría suficiente en las legislativas de octubre podría reformar la Constitución y aspirar a un tercer mandato. Cada vez que algún legislador kirchnerista se ha expresado sobre la conveniencia de promover la reelección, Fernández guardó silencio.
El problema ahora es que Massa ha decidido jugar. Agotó el plazo que marcaba la ley para presentar su candidatura y el sábado 22 de junio se convirtió oficialmente en un exkirchnerista. Y las encuestas le otorgan diez puntos de ventajas sobre Martín Insaurralde, el candidato kirchnerista del Frente Para la Victoria.
Otro de los candidatos, el opositor Francisco de Narváez, asegura que Massa en el fondo juega para el equipo de Fernández y que a la hora de la verdad votará a favor de reformar la constitución para que la presidenta opte a un tercer mandato. Sin embargo, el lunes, durante el lanzamiento de su campaña, Massa se opuso de forma tajante a la reforma de la Constitución y a la reelección indefinida. Y ya puestos, aprovechó para abordar el problema de la inflación, palabra tabú en el Gobierno que él mismo procuraba no mencionar. Hasta el lunes: “Es tiempo de atacar la inflación, ese cáncer que les come el bolsillo a los argentinos”, señaló.
Massa está bien visto por una parte del electorado kirchnerista y también por los grandes medios de comunicación muy críticos con el Gobierno de Fernández. Pero el camino hacia las presidenciales de 2015 es muy largo. “Cuando sea diputado será uno más entre 257 y la agenda no la fija el poder legislativo”, indica el politólogo Ignacio Labaqui. “Su indefinición le ha ayudado a tener una buena imagen. Pero no sabemos qué opina sobre el arreglo de Argentina con Irán, sobre la política cambiaria… En el momento que empiece a definirse se puede desgastar”.
Sin embargo, uno de sus asesores se muestra muy optimista: “Acá el primero que se ponga la pelota bajo el brazo, gana cómodamente. Y Massa ya agarró la bola”.
EL PAIS