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sábado, 15 de enero de 2011

Envío de remesas a Cuba, un gesto arriesgado para EE.UU.


La nueva relajación de las restricciones a viajes y envío de remesas a Cuba decretada por el presidente estadounidense, Barack Obama, no supone en la práctica más que regresar al statu quo que había antes de la gestión de su predecesor, el republicano George W. Bush.

Pero por muy pequeño y hasta insuficiente que pueda parecer a los que critican desde hace décadas el embargo -aún vigente- hacia la isla, la medida no carece de riesgos para un Obama que ya no pisa tan fuerte ni en el plano internacional ni, sobre todo, en el doméstico, como cuando hizo el primer cambio a las restricciones en 2009.

La fascinación internacional por Obama ha bajado de forma significativa en dos desgastadores años de mandato. En el frente doméstico las cosas -aunque vuelve a repuntar su popularidad- son incluso más difíciles, sobre todo ahora que la oposición republicana en el Congreso tiene mucha más fuerza.

Los republicanos -para los que cualquier medida que suponga variar la política de mano dura hacia Cuba es prácticamente tabú- controlan desde enero la Cámara de Representantes, mientras que la mayoría demócrata en el Senado se mantiene por la mínima.

Una muestra de la visceralidad con que reacciona el sector más conservador del Partido Republicano cuando se trata de Cuba es el hecho de que la congresista por Florida -y de origen cubano- Ileana Ros-Lehtinen se adelantó incluso al anuncio oficial de la Casa Blanca para condenar unas medidas que, afirmó, “socavan” la política exterior de Estados Unidos y ayudan al “régimen moribundo cubano”.

La noticia también indignó al senador de origen cubano, pero demócrata, Bob Menéndez, quien dijo estar “profundamente decepcionado” por una “mala política” que, afirmó, es un “regalo” al gobierno de los Castro.
Teniendo en cuenta la frágil mayoría demócrata en el Senado, enfadar de tal manera a uno de los disminuidos aliados en la Cámara Alta no es una maniobra exenta de riesgo.
Consciente quizás de ello, la Casa Blanca calculó muy bien el momento para hacer pública su decisión: eligió la tarde del viernes, con un largo fin de semana por delante (el lunes es feriado en Estados Unidos) que permitirá diluir la noticia y antes de una semana donde el Congreso estará además liado con el repudio de otra de sus políticas: la reforma de la salud.

Con todo, para el politólogo cubano-estadounidense Arturo López- Levy, la decisión del presidente podría precisamente ser un mensaje para este influyente sector de la política norteamericana.

“Obama de esta forma también impide que sean los conservadores cubano-americanos, quienes han amenazado su agenda de diálogo e intercambio, los que dicten la agenda bilateral”, dijo a dpa.

Para el presidente del influyente laboratorio de ideas Diálogo Interamericano, Michael Shifter, se trata además de un ahora o nunca con un riesgo bastante calculado.
“Obama ha retomado la iniciativa política”, señaló a dpa. Además, recordó que el mandatario viene de aprobar un recorte fiscal que “satisfizo a muchos republicanos”, por lo que “puede que Obama crea que en ese contexto, estos pasos tendrán costes mínimos con el sector duro del Congreso”.

Por otra parte, podría haber otros intereses entre bambalinas.
“El momento tiene que ver con algún tipo de acuerdo o entendimiento que aparentemente se ha alcanzado en el caso de (Alan) Gross”, el contratista estadounidense detenido en Cuba desde hace más de un año acusado, aunque sin cargos, de espionaje.

“Estas nuevas medidas no habrían sucedido si no hubiera algún tipo de acuerdo”, afirmó Shifter.

De hecho, el anuncio de las nuevas medidas hacia Cuba se produce apenas 24 horas después de que una alta funcionaria del Departamento de Estado se reuniera con Gross en La Habana, aprovechando la nueva ronda de conversaciones migratorias con Cuba.
Durante su estancia en la isla, la subsecretaria de Estado adjunta para el Hemisferio Occidental, Roberta Jacobson, también aprovechó para reunirse con disidentes -para indignación de las autoridades cubanas- y con la Iglesia católica, artífice de una inédita mediación con el gobierno de Raúl Castro que ha permitido la liberación, hasta la fecha, de medio centenar de prisioneros políticos.

A ello se une la oleada de reformas económicas que vive la isla, donde el gobierno va a eliminar más de 500.000 empleos estatales, a cambio de lo cual facilitará el trabajo por cuenta propia, algo para lo que el envío de remesas desde Estados Unidos será clave.
Buena parte de la comunidad internacional llevaba tiempo esperando un gesto de Washington ante estos cambios en Cuba. Con las elecciones legislativas de noviembre pendientes, era peligroso arriesgarse. Pero ahora las cartas ya están sobre la mesa y además Obama sabe que cualquier gesto hacia la isla es bien recibido en el exterior.

“Estas regulaciones demostrarán a nuestros aliados y detractores en todo el mundo que la administración (Obama) es capaz de romper con fracasadas políticas del pasado”, sostuvo la experta en Cuba de la New America Foundation, Anya Landau French.
Por: Silvia Ayuso/ dpa

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