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sábado, 4 de febrero de 2012

La mayoría de los argentinos quieren Las Malvinas, pero no la guerra


 (AP) - “Más diplomacia, menos armas”, tituló la cancillería argentinasu comunicado contra el reciente envío desde Gran Bretaña de un buque de guerra de última generación para reforzar la seguridad de las Islas Malvinas.
La frase describe el sentir de una amplia mayoría de los argentinos a punto de cumplirse 30 años de la fallida operación militar lanzada en 1982 por la última dictadura para recuperar ese archipiélago en el Atlántico Sur ocupado por Gran Bretaña desde 1833.
Argentina no tiene voluntad ni capacidad militar para otra aventura bélica por Malvinas, pero su gobierno se ha propuesto aislar comercialmente a los habitantes de las islas -a las que los ingleses llaman “Falklands”_, con el apoyo de sus aliados en la región para forzar a Gran Bretaña a negociar su soberanía.
La cuestión Malvinas es “muy” o “bastante” importante para casi el 74% de los argentinos, pero apenas el 2,9% cree que se las debe recuperar por la fuerza, según una encuesta realizada por la consultora Ibarómetro a fines de enero, en coincidencia con una nueva escalada diplomática entre Buenos Aires y Londres por la soberanía del archipiélago.
“La reivindicación de Malvinas hoy no va acompañada de ningún ingrediente bélico…se considera legítimo cualquier camino para recuperar las islas, excepto la guerra”, dijo a AP el analista Ignacio Ramírez, responsable del sondeo.
Para Ramírez “los datos son muy elocuentes y no se ajustan para nada a la idea de que entre los argentinos hay un brote guerrero”.
Esta visión al parecer no es compartida por Gran Bretaña, que ha expresado su disgusto por el reciente acuerdo entre los países del Mercosur -Argentina, Brasil, Uruguay y su asociado Chile- para prohibir el ingreso a sus puertos de buques con la bandera de Malvinas, que lleva el rojo, blanco y azul del Union Jack británico junto a un buque y una oveja.
También impactaron en Londres las imágenes de activistas quemando banderas inglesas u arrojando piedras contra la fachada de empresas de capital británico radicadas en Buenos Aires.
El primer ministro británico David Cameron acusó a la Argentina de tener una actitud colonialista, mientras el secretario del Exterior William Hague dijo que el envío del buque de guerra HMS Dauntless a Malvinas es una operación de rutina, pero añadió que la Armada británica “sabe golpear muy fuerte”.
En tanto que el diario inglés Daily Mail publicó el sábado que un submarino nuclear se estaría dirigiendo hacia las islas para prevenir una eventual agresión argentina. El reporte no fue confirmado ni negado por el gobierno británico.
“Se toma como lo que significa: la ocupación por parte del Reino Unido de las islas Malvinas está sustentada en la fuerza. Se inició de la mano de un buque de guerra que desalojó autoridades y población argentina de las islas Malvinas en 1833. Indudablemente siguen sustentando esa ocupación de la misma manera”, afirmó el Ministro de Defensa argentino, Arturo Puricelli, en declaraciones difundidas por la oficina de prensa de esa cartera.
Agregó que “nosotros queremos discutir esta cuestión en los fueros internacionales y quitarle todo contenido bélico; si ellos quieren militarizar el Atlántico sur nosotros les decimos que desde Argentina y América del Sur no queremos militarizarlo”.
“Realmente me enoja cuando veo que ex generales británicos dicen que los argentinos van a invadir las islas en los próximos tres años. Por Dios, no tienen idea de lo que pasa en este país”, afirmó James Peck, un artista nacido en Malvinas y casado con una argentina. Peck, que reside en Buenos Aires, recientemente obtuvo la nacionalidad argentina, el primer caso desde la guerra.
Tras el retorno de la democracia en 1983, los argentinos guardaron “bajo la alfombra” la cuestión Malvinas, a la que inevitablemente ligaron con la sangrienta dictadura militar que había sido instaurada en 1976 y que según organismos de derechos humanos asesinó a 30.000 disidentes.
Incapaz de silenciar la ola de denuncias por violaciones a los derechos humanos y agobiado por la crisis económica y las diferencias internas en el alto mando de las Fuerzas Armadas, el régimen militar vio en la recuperación de Malvinas su última carta salvadora para perpetuarse en el poder.
La operación militar fue lanzada el 2 de abril de 1982 y poco más de dos meses después se produjo la rendición argentina, hecho que sentenció de muerte al gobierno de facto. La cifra de bajas argentinas durante la guerra fue de 649, pero más de 400 se suicidaron años después por la falta de asistencia psicológica y económica.
La lista de errores e irregularidades en la operación militar quedaron probados en el denominado “Informe Rattenbach”, al parecer tan comprometedor para los altos mandos militares que el último dictador Reynando Bignone ordenó mantenerlo bajo secreto durante 50 años.
Como parte de la estrategia oficial para separar su reclamo de la soberanía de Malvinas de lo que fue la misión militar lanzada en 1982 por la dictadura, la presidenta Cristina Fernández creó una comisión para la apertura y publicidad del informe.
“Aparentemente el resultado no fue el que se esperaba y allí se demuestra (en el informe), y la historia demuestra claramente, que aquello no fue una decisión del pueblo argentino sino decisión de una Junta (Militar) desesperada por tapar una realidad”, dijo la mandataria.
Con el paso de los años, sumado al proceso de revisión y castigo de los responsables de crímenes de lesa humanidad iniciado en 2003, el tema Malvinas aparece en una clave distinta en la agenda de la sociedad argentina, “desprovisto del componente bélico”, según Ramírez.
La petrolera británica Rockhopper Exploration PLC ha confirmado un potencial de 1.300 millones de barriles de crudo al norte de las islas. Pero necesita una inversión de 2.000 millones de dólares para su extracción. La potencialidad de este negocio choca contra la decisión del gobierno de Fernández de permitir en puertos argentinos el abastecimiento de buques vinculados con las tareas de exploración de petróleo en la zona.
Para el analista Rosendo Fraga, de la consultora Nueva Mayoría, “Argentina hoy no tiene ni la intención ni la capacidad de atacar las islas”.
Hay una razón objetiva: las Fuerzas Armadas fueron prácticamente desmanteladas tras el fin de la dictadura. Apenas el 3,9% del presupuesto 2012 (o 2.000 millones de dólares) están destinados a gastos de Defensa y Seguridad contra 59.000 millones de dólares de Gran Bretaña.
“La estrategia argentina es aislar a las islas impidiendo su abastecimiento y al mismo tiempo aislarlas diplomáticamente del continente para obligar a Londres a dialogar sobre la soberanía”, agregó Fraga.
La prohibición en puertos del Mercosur para el ingreso de buques con bandera de Malvinas es más una medida simbólica pues en los hechos esas embarcaciones pueden utilizar la británica. Sin embargo, esta medida representa un cambio en la postura de los países de la región, que hasta ahora sólo expresaban su solidaridad con el reclamo argentino a través de declaraciones.
El gobierno del Reino Unido debe saber, que a 179 años de la invasión de las Islas Malvinas, la República Argentina no está sola en su legítima reclamación al derecho a su soberanía…La Argentina forma hoy parte de un sólido bloque regional que no permitirá que se le intimide ni se le agreda, y que siente como propia esta justa causa del pueblo argentino”, advirtió el gobierno de Venezuela en un comunicado.