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domingo, 27 de febrero de 2011

El Gobierno luso defiende la relación con Libia por sus intereses petroleros

El ministro portugués de Exteriores, Luís Amado, defendió la relación mantenida por su país durante los últimos años con el régimen de Muamar el Gadafi debido a sus intereses en el país, y más concretamente a su "dependencia" del petróleo libio.

En una entrevista publicada hoy por el periódico luso "Diario de Notícias", Amado aseguró que la política externa de un Gobierno "no se basa necesariamente sólo en principios, sino también en intereses", tal y como ocurre en "todos los estados europeos".

"Es absolutamente ridículo pretender desarrollar una relación a partir de una evaluación de las condiciones democráticas de cada país. Si fuese así, no tendríamos relaciones con muchos países con los cuales tenemos relaciones desde hace décadas", justificó.

En su opinión, las revueltas ocurridas en el mundo árabe en las últimas semanas -Túnez, Marruecos, Baréin o Libia- representan "la situación más grave en términos internacionales desde el fin de la II Guerra Mundial", y recordó que "dos tercios de las reservas de energía" están en la zona.

"Estamos perdiendo regímenes que, a pesar de todo, eran favorables estratégicamente a nuestros intereses. Y no sabemos lo que viene ahora", advirtió Amado, quien precisó que aun así, la comunidad internacional "no puede dejar de estar" del lado de la democratización de estas sociedades.

El ministro de Exteriores recordó que Libia "es un país rico en petróleo, donde Galp -una de las mayores compañías portuguesas- compra hace muchos años porque tiene una calidad" de gran utilidad para la industria siderúrgica lusa.

"Seguir la agenda de los medios de comunicación, las ONG, la sociedad civil o incluso de otros órganos del Estado es un error, una política (exterior) desacertada", consideró el ministro.

El representante del Ejecutivo socialista subrayó que no se arrepiente de haber estrechado las relaciones con Libia en los últimos años para intentar "corregir el desequilibrio comercial" con Trípoli por el petróleo, a través del incremento de las exportaciones lusas.

Reflejo de este trabajo diplomático en el país africano, el primer ministro, José Sócrates, realizó cuatro visitas a Libia desde 2005, cuando llegó al poder, y fue el primero en su cargo en realizar un viaje oficial al país africano.

Amado destacó que la comunidad internacional debe continuar con el "esfuerzo" realizado en la última década en Libia para "ayudar a un país que tiene un sistema político anacrónico e intentar hacer que ese régimen se adaptase a las rigurosas condiciones" exigidas para tener relaciones con Europa y EEUU.

El ministro resaltó que Europa ha de estar "disponible para apoyar los procesos democráticos" que puedan producirse en el mundo árabe y "aceptar los resultados", ya que "una apertura democrática también supone una apertura para que las fuerzas radicales de ideología islámica tengan más espacio de acción" tanto en la sociedad como en el sistema político.

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