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sábado, 22 de octubre de 2011

Libios visitan a Gadafi para "estar seguros" de su muerte

EFE-Los libios quieren asegurarse de que su "enemigo" está muerto y, por ese motivo, cientos de hombres y mujeres, procedentes de Misrata y de otras regiones, se agolpaban para ver el cadáver del ex dirigente Muamar Gadafi, capturado y quizás asesinado el jueves.

Ya el viernes, tras la oración, miles de personas desfilaron en lo que los libios conocen como el "mercado tunecino" de Misrata, un lugar en el que en tiempos de paz se vendían toda clase de productos.

Allí, en medio de un olor a carne podrida ("procedente de las carcasas de pollos que se descomponen en una basura", según un guardia), se encuentra la siniestra cámara fría donde se ha instalado el cuerpo del ex dirigente.

El espectáculo es sórdido: en una atmósfera glacial, sobre un suelo metálico, yacen los cadáveres rígidos y amarillos, con manchas de sangre seca, de Gadafi y de su hijo Muatasim, que reposan uno al lado de otro sobre unos colchones sucios, recubiertos con mantas de color que esconden supuestas mutilaciones.

Sólo se ven las cabezas, el resto del cuerpo está disimulado. Muatasim tiene los ojos y la boca abiertas, su padre los tiene cerrados.

Los curiosos llegan de todas las zonas de Misrata, pero también de Trípoli, Zliten (oeste), etc. Algunos representantes de las nuevas autoridades también se dejaron ver por allí el viernes, como el número dos del Consejo Nacional de Transición (CNT), Mahmud Jibril, y para este sábado se esperaba la visita del jefe del consejo militar de Trípoli, Abdelhakim Belhadj.

A mediodía, cientos de personas hacían la cola ante las puertas del mercado, que se abren cada cierto tiempo para dejar pasar a los visitantes a cuentagotas.

Sadik, que rechaza dar su apellido, tiene 60 años. Tenía 18 cuando el dictador se hizo con el poder en 1969. "Toda mi vida de adulto la he vivido con este sucio tipo, este ... (Sadik lanza una sarta de insultos) Pero está muerto y soy feliz", dice riendo.

En medio de los edificios de hormigón del mercado, se forma una nueva fila ante la cámara fría. Sólo se admite en su interior a cuatro o cinco personas a la vez. Los guardas les instan a tomar rápidamente algunas fotografías y a dejar su lugar a los siguientes. Algunos posan para la foto, otros observan en silencio.

Mustafá Araibi, de unos 40 años, sale de la cámara frigorífica con cinco niños de edades comprendidas entre los 6 y los 12 años. Son sus hijos y los de su hermano. "Me quedé conmocionado cuando se anunció la noticia. La gente me decía que Gadafi había muerto, pero yo no lo he creído hasta que le he visto", cuenta.

Su hijo Ezedin, de 12 años, se hace el valiente: "Tenía ganas de golpear a Gadafi, pero no me lo han dejado hacer. No he tenido miedo, estaba contento de verle".

Su hermano pequeño Mohamed, de 6 años, admite en voz baja que ha tenido "miedo", pero añade que está contento porque "la guerra se ha acabado".

Ibrahim Mujtar Abdalá, de 42 años. abandona el lugar sacándose la mascarilla que entregan los guardias: "He venido para ver a mi enemigo muerto y para estar seguro. Hace 42 años que vivía en un océano de mentiras. Quería estar seguro".

El jueves, cuando se anunció la muerte de Gadafi, reconoce que se alegró. "Pero me acuerdo de lo que nos han hecho. He visto a muchos jóvenes muertos. Los Gadafi nos han asesinado, bombardearon nuestras ciudades".

Las autoridades de Misrata desean enterrar a Gadafi en un lugar secreto, para evitar que en el futuro se convierta en un lugar de peregrinación de los seguidores del dictador.

Quizás este sábado se celebre una reunión para tomar la decisión. También anunciaron que no se le practicará autopsia al cadáver del ex dirigente.