Se elevó a 640 la cifra de muertos por las intensas lluvias en el estado brasileño de Río de Janeiro. La posibilidad de nuevos deslizamientos de tierra han obligado a centenares de familias a abandonar sus casas en áreas de riesgos.
La gran mayoría de las víctimas murió tras los aguaceros de la madrugada del miércoles pasado como consecuencia de los deslizamientos que sepultaron cientos de viviendas construidas en las faldas de las montañas de la llamada región serrana de Río de Janeiro.
Pero un deslizamiento el domingo en Brejal, una vereda de la ciudad de Petrópolis, causó tres nuevas muertes y encendió una señal de alerta sobre la situación de áreas que no fueron sepultadas pero que pueden serlo en cualquier momento.
Nueva Friburgo, una de las ciudades más afectadas por la que es considerada amaneció hoy, por primera vez en muchos días, con sol y tiempo abierto. Pero las autoridades aseguran que el riesgo no desaparece con la interrupción momentánea de las lluvias.
Según el mayor Wagner Oliveira, oficial del Cuerpo de Bomberos de Nueva Friburgo, el suelo de algunas áreas está lleno de agua y bastante dañado, por lo que puede ceder en cualquier momento sin que caiga un nuevo aguacero.
Numerosas familias de áreas consideradas de riesgo decidieron seguir las recomendaciones de la Defensa Civil y abandonaron las áreas más elevadas y próximas a las cimas de las montañas.
Según Defensa Civil, además de 6.050 personas que perdieron sus viviendas, otras 7.780 tuvieron que abandonarlas temporalmente y refugiarse en gimnasios y escuelas públicas debido a que están ubicadas en áreas de riesgo.
Se prevé que las lluvias continúen castigando la región por lo menos hasta el jueves próximo.
EFE
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