La cirrosis es la consecuencia de un daño acumulado en el hígado, habitualmente durante varios años, que se caracteriza por la acumulación de fibrosis ("cicatrices") en el tejido hepático. Según la OMS, en total mueren anualmente aproximadamente unas 27.000 personas a causa de cirrosis hepática en los países desarrollados.
El consumo excesivo de alcohol, la hepatitis o las enfermedades colestásicas crónicas, tales como la cirrosis biliar primaria o la colangitis esclerosante primaria, son algunas de las principales causas de cirrosis en los países desarrollados.
Todas las enfermedades anteriormente citadas habitualmente necesitan años de evolución para llegar a producir cirrosis. Además, en muchos casos, el consumo excesivo de alcohol o la hepatitis crónica por virus C no llegan a producir nunca cirrosis y el paciente fallece por un motivo independiente de la enfermedad hepática.
Cuando la cirrosis no es descubierta a tiempo, el pronóstico puede ser menos favorable con respecto a tener una mejoría y las complicaciones como la hemorragia son más frecuentes."El riesgo de desarrollar cirrosis y cáncer al hígado es mayor cuando la infección ocurre en edades más tempranas", detalló el Ministerio de Salud.
Los especialistas señalaron que la mejor forma de prevenir la cirrosis es evitar el consumo de alcohol, moderar el consumo de sal, no tener prácticas sexuales de riesgo, ni compartir agujas o jeringas con otras personas.
Por otro lado, si un paciente sabe que tiene alguna enfermedad hepática, debe consultar periódicamente con su médico por si es una enfermedad tratable, cuya progresión se pueda evitar. La vacuna contra la hepatitis B es de vital importancia para mitigar los riesgos.
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