(dpa/ap) - El peligro en Indonesia es una cuestión diaria: miles de personas
viajan sobre los techos de unos trenes en los que no cabe un alfiler. La última
solución que se determinó es colgar bolas de hormigón a la altura del
techo de los vagones.
Cada vez que Adi Supriyadi viaja desde su casa, al sur de Yakarta, a la
capital de Indonesia para trabajar pone en peligro su vida. Porque en vez de
entrar en los vagones abarrotados, viaja encima del techo del
tren, como otros miles de viajeros.
Este camarero de 20 años de edad es consciente de sus riesgos. “He visto como
un compañero de viaje perdió la vida por una descarga
eléctrica”, explicó después de saltar del techo de un vagón y caer en
la estación de Manggarai. Pero no hay otra alternativa: “Si llego tarde, pierdo
mi trabajo”.
Cada mes mueren al menos dos personas por descargas eléctricas o caídas en
los trenes, según datos de la empresa ferroviaria estatal PT Kereta Api. Por
ello, desde hace tiempo la empresa busca el modo de disuadir a la gente de este
peligroso hábito.
Se pintaron los tejados de los vagones con pintura roja, se rociaron con
material de deslizamiento, se esparcieron clavos y alambre de espino. Pero nada
tuvo éxito.
Ahora, la empresa ferroviaria Kereta Api decidió innovar: las bolas de
hormigón deben disuadir, pensaron. Los obstáculos, de tres kilogramos,
cuelgan de las cadenas de un andamio hacia abajo y casi tocan
los techos de los vagones.
Por ahora sólo se han colocado en la ruta entre Yakarta y el barrio
periférico del este Bekasi.
Los activistas de derechos humanos protestaron contra las medidas tomadas.
“Los estudiantes encima de los techos de los trenes deben contar con que
pueden ser asesinados por las bolas de hormigón”, dijo el portavoz
nacional de la comisión de derechos humanos, Yosef Adi Prasetyo, al periódico
“Yakarta Globe”.
“Mientras que no haya trenes suficientes y los pasajeros vayan como sardinas en lata, la gente viajará en los techos”, aseguró Supriyadi. “Además”, dijo guiñando un ojo, “allí es mejor porque podemos respirar el aire”.
La red ferroviaria indonesa, que sigue siendo en gran medida de la época colonial holandesa, está machacada y es propensa a las averías y accidentes.
Por contra, en Yakarta, una ciudad con diez millones de habitantes, hay un buen funcionamiento del transporte público. La empresa aseguró que está haciendo un esfuerzo para eliminar los trenes anticuados y mejorar las conexiones y prevé que este año se introduzcan 160 trenes nuevos en la ruta entre Yakarta y Bogor.
Sin embargo, Supriyadi está convencido de que la bolas de hormigón están condenadas al fracaso. Ya rompieron las barreras de plástico que pusieron anteriormente, recuerda el camarero de 20 años.
La compañía considera su nueva táctica todo un éxito y ya trabaja en nuevos métodos para las rutas donde no se pueden utilizar las bolas de hormigón.
“No importa cual es la excusa: viajar en el techo es ilegal”, aseguró el portavoz de la empresa, Mateta Rizalulhaq. Recientemente la compañía había advertido de esta práctica con un vídeo y pidió a los líderes religiosos que también lo utilizaran.
La policía debe actuar con más dureza, se pide desde la empresa. A pesar de que se amenaza a los “surfistas” con sanciones que van desde tres meses de prisión hasta multas de 15 millones de rupias (1.664 dólares), en raras ocasiones fueron impuestas.