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jueves, 21 de junio de 2012

10 días para salvar el euro (o ‘dónde he visto yo esto antes’)


Horas decisivas; días decisivos. Sí, otra vez esa sensación tan europea de bordear el precipicio, de jugar con fuego, de enfrentarse al enésimo momento definitivo. “Europa se fraguará en las crisis”, dijo uno de los padres fundadores de la Unión Europea. Vaya si acertó: se fraguará en crisis cada vez más agudas. El menú actual tiende al empacho: una crisis existencial del euro; un país en medio de una gran depresión (Grecia); dos países más rescatados (Irlanda y Portugal) sin perspectivas de futuro, y el plato fuerte empieza ahora, con España e Italia en el disparadero, con el propio euro en el punto de mira. Europa ha avanzado en estos dos últimos años, pero arrastrando los pies, siempre con ese síndrome tan europeo del ‘tarde, poco y mal’.
Esta vez quizá ya no le valga con los parches, con la patada hacia adelante; España necesita un rescate sobre su banca que llegará hoy, y tal vez una intervención en toda regla si Alemania sigue negándose en redondo a un cambio de política, si persiste esa mezcla de desdén y menosprecio en Bruselas, en Fráncfort y en Berlín para con el Gobierno español, la economía española y todo lo que tenga que ver con la marca España. Italia, próxima estación de la crisis europea, está a merced de un contagio incontenible: caza mayor con el euro como diana final. Arrancan 10 días fundamentales en un clima cada vez más enrarecido, con los países divididos por la fatiga de estos dos últimos años, en los que las recetas de los líderes, o cabe decir de Alemania, no han funcionado. Últimamente se mezclan incluso menciones constantes e indisimuladas al nazismo con la negativa de Berlín a buscar soluciones para una situación extrema, desmintiendo aquel “si fracasa el euro fracasa Europa” que tantas veces ha repetido la canciller Angela Merkel.
ESPAÑAEspaña se unirá hoy a la lista de países rescatados después de lademostración del Tesoro de que puede seguir emitiendo deuda (eso sí, a tipos estratosféricos desconocidos en toda la era euro y en cantidades mínimas) y de que los consultores Roland Berger y Oliver Wymanmuestren que el agujero en la banca española está en torno a los 75.000 millones de euros. Habrá ayudas europeas para la banca, a la espera de las condiciones que ya se negocian, pero sin la humillación de una intervención en toda regla, al menos por el momento. Habrá Eurogrupo y Ecofin (reuniones de ministros de Finanzas de la eurozona y de la UE) fundamentales para España y para ese debate sobre el cambio de la arquitectura institucional de la eurozona, hoy y mañana. También mañana se celebra una minicumbre entre Alemania, Francia, Italia y España en Roma. Y a finales de la semana próxima, la traca final: cumbre de jefes de Estado y de Gobierno en Bruselas. Esta es una suerte de guía apresurada de lo que puede esperarse de esta semana, de por dónde va el debate, que arroja muchas más incógnitas que certezas y va de sorpresa en sorpresa. Un intento de análisis en medio de este mar de los sargazos en el que se ha convertido una crisis cada vez más difícil de entender y de explicar. La parálisis, la prudencia excesiva está debilitando el proyecto europeo hasta extremos peligrosos. Ahora, cada vez más, los términos de la disyuntiva son más Europa o ninguna.
Madrid solicitará hoy, según muy diversas fuentes, un rescate para la banca en la reunión del Eurogrupo de esta tarde coincidiendo con una mejora en los mercados de deuda que puede llevar a engaño. El mero anuncio de las ayudas no ha funcionado como bálsamo. Por varias razones y la falta de claridad del Gobierno no es la menor de ellas, con el presidente y varios ministros empeñados en negar la mayor (eufemismos como “línea de crédito” que desmienten aquel “llamaré al pan, pan y al vino, vino” que Mariano Rajoy prometía en campaña electoral). La cifra final del rescate se conocerá presumiblemente hoy, cuando se sepan las valoraciones de las consultoras contratadas por el Gobierno para comprobar el tamaño del agujero bancario. Las condiciones serán duras, para el sistema financiero y para el conjunto de la economía: lo que antes eran recomendaciones de la UE se convierte ahora en exigencias. El Gobierno subirá el IVA, se verá obligado a hacer un presupuesto bianual para 2013 y 2014 y puede que incluso tenga que rebajar el sueldo a los funcionarios. A cambio, trata de negociar que las condiciones para la banca sean lo más suaves posible.
ARQUITECTURA INSTITUCIONALLa ayuda es en realidad un préstamo: los tipos de interés estarán entre el 3,5% y el 4%; y el Ejecutivo pretende que el plazo sea el mayor posible para evitar cuellos de botella en la financiación del Tesoro con vistas a romper lo máximo posible el estrecho vínculo entre problemas bancarios y crisis de deuda pública. Por esa misma razón, España presiona también para que los inversores no huyan. El rescate se puede realizar a través del fondo de rescate temporal (el EFSF) o el mecanismo permanente (Mede). No es un detalle menor: el EFSF no tiene prevalencia de cobro en caso de un impago de España; el Mede sí. De ahí que en caso de elegir el Mede, con las reglas actuales es posible que los inversores se atemoricen y se deshagan de la deuda española, y con ello que se cierre la rendija a los mercados que tienen aún el Tesoro y que el Ejecutivo quiere preservar bajo cualquier circunstancia.
Hay un problema adicional: las especulaciones sobre una intervención de España, de un rescate para toda la economía, están en todos los corrillos a la vista de los intereses que paga España por su deuda y a causa de una prima de riesgo que, de no lograr consolidar su mejora de hoy, deja al país rayando la insolvencia. España es la última frontera del miedo de la UE. Si la crisis no se detiene en España, la siguiente pieza es Italia: los dos países suman una cuarta parte del PIB europeo, unos activos bancarios de ocho billones de euros. Por eso el rescate bancario no es suficiente: sobre la mesa hay un conjunto de medidas, desde la compra de bonos por parte del banco central o de los mecanismos de rescate, hasta la unión bancaria, la unión fiscal o la unión política. Éstas son soluciones de largo plazo, pero necesarias para que el mundo entero empiece a creerse el mantra de que el euro y la UE son irreversibles.
GRECIALas posibilidades se verán tanto en el Ecofin de mañana como en la minicumbre de Roma y, sobre todo, en la reunión de Bruselas de la próxima semana. En las últimas horas ha ganado peso la posibilidad de que sean los fondos de rescate europeos quienes compren deuda en los mercados para rebajar la presión, algo que es posible desde el verano pasado pero que prácticamente ningún Ejecutuvo había solicitado hasta que lo hizo en el recién acabado G-20 el primer ministro italiano, Mario Monti —probablemente el único político que por su formación económica tiene una idea clara de lo que pasa en las cumbres, a pesar de que ha tratado por todo los medios de desmarcarse de España sin conseguirlo—. Si el EFSF o el ESM anunciaran que dispararán en el mercado de deuda su munición (en torno a medio billón de euros), los tipos de interés de los bonos españoles e italianos inmediatamente bajarían. Alemania, una vez más, se opone. Además, eso no saldrá gratis: solo puede hacerse con una estricta condicionalidad (esa palabra que tan poco gusta al Gobierno español). “No hay mucha diferencia entre lo que ahora le pasa a España, con la troika permanentemente en Madrid y a merced del BCE, con su política fiscal totalmente intervenida, y lo que sucedería si se aplicaran esas estrictas condiciones”, aseguran fuentes próximas al FMI en Washington.
Origen y estación término de la crisis europea, Grecia, que también centrará la reunión de hoy del Eurogrupo ha conseguido al fin formar Gobierno y despeja así una de las incógnitas de la crisis europea. La banca española es el otro interrogante fundamental. Pero con Grecia nunca está todo dicho. El programa europeo ha descarrilado, tanto por la falta de Gobierno como por la constatación de que los cinco años de recesión empiezan a dejar serias secuelas en la economía del país mediterráneo. Los reportajes sobre Grecia empiezan a ser estremecedores. La falta de dinero en el sistema sanitario comienza a dejar casos de malaria en el Peloponeso o un aumento del sida del 1.450% en los dos últimos años ante la falta de cosas esenciales, como jeringuillas. Cada vez más gente duerme en la calle, roza la pobreza o se ha metido de cabeza en ella. Grecia reclama renegociar el segundo rescate para tratar de suavizar esa recesión. Europa, con Berlín a la cabeza, se resiste.

ALEMANIA. ‘CHERCHEZ LA FRANCE’

Al final, en una crisis desmesurada y proteica como esta, hay que acabar llamando a la puerta de los acreedores para saber qué va a suceder. Alemania se niega a los eurobonos, a la compra de deuda por parte del BCE, del EFSF o del Mede, a cualquier tipo de medida excepcional que no pase por imponer drásticos recortes y reformas al Sur de Europa. Berlín ha impuesto una narrativa que comparten Gobierno conservador y oposición socialdemócrata, que su Tribunal Constitucional vigila con mano firme y que ha calado entre los economistas y entre la ciudadanía.
Cada vez más aislada y más presionada por el resto de Europa y sobre todo por Estados Unidos y el G-20, Alemania se cierra a posibles cambios: el establishment político considera que está en posesión de la razón, que el resto del mundo está equivocado, que si Europa hace los deberes acabará viendo pasar los cadáveres de quienes no los hayan hecho, en un relato que conduce directamente a una gran depresión si no hay un volantazo de última hora. Las alusiones al nazismo ya no vienen solo de Grecia: el analista Anatole Kaletsky dice hoy en Reuters que Berlín ya es, una vez más, una amenaza para Europa; el economista Wolfgang Münchau considera que Alermania está a las puertas de un ataque de histeria masiva parecido al que ocurrió en 1933; incluso un banquero central, Ewald Nowotny (presidente del banco central austriaco) invoca hoy en las páginas de un diario alemán el ascenso al poder del nazismo a causa de una austeridad a todas luces excesiva.
Pero Alemania no reacciona. Un diplomático europeo explica que Berlín no va a reaccionar a causa de los acontecimientos en España e Italia: solo lo hará cuando la marea llegue hasta Francia. “Es el momento de buscar un frente común entre Francia, Italia y España, con la Comisión de ese lado, para doblegar las tesis que vienen de Berlín y que están acercando peligrosamente a la UE a una ruptura y a un riesgo de depresión inconcebibles hace solo unos meses”, afirma. “Cherchez la France”, aconseja a España ante el punto de ruptura hacia el que se encamina la Unión.

EL PAIS