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jueves, 15 de diciembre de 2011

INTERNACIONALES


Humala, de candidato chavista a presidente con una izquierda en ascuas

Ollanta Humala ganó la presidencia peruana tras pasar de ser un militar levantisco a presentar una candidatura revolucionaria; de ahí a convertirse en nacionalista moderado y, por fin, en presidente aplaudido por la derecha y con agitación popular.


Los peruanos afirman que el refrán "una cosa es con cajón y otra con guitarra" se ha cumplido en el caso de Ollanta Humala, que ofreció "la gran transformación del Perú" durante la primera vuelta de su campaña electoral y que, en su primer semestre de presidencia, se vio enfrentado a quienes le reclamaban lo prometido.

De decir como candidato en las devastadas regiones mineras que lo importante es el agua para la agricultura, y no el oro, porque "el oro no se come", Ollanta Humala pasó a decretar un estado de emergencia en Cajamarca (noroeste) ante las protestas que le exigían cerrar el mayor proyecto aurífero en Suramérica, listo a excavar en el nacimiento de una importante cuenca hidrológica.

Su actual propuesta de compatibilizar "oro y agua", a través de negociaciones entre los pobladores, dirigidos por la izquierda radical; las empresas mineras, acostumbradas a que todo vale y todo se compra en Perú; los gobiernos regionales y el gobierno central, tiene un difícil futuro en un país acostumbrado al conflicto social.

A los cinco meses de su presidencia, Ollanta Humala ordenó o aceptó la renuncia de su jefe de gabinete y cambió los titulares de diez ministerios de su primer gobierno de concertación, caracterizado por la locuacidad de sus ministros sobre cualquier asunto y la sobreabundancia de mensajes contradictorios.

Sin relaciones eficaces de los responsables de comunicación con la prensa nacional o internacional, Ollanta Humala y su esposa Nadine recurrieron a las redes sociales para emitir mensajes, en alguna ocasión crípticos, que subrayaran en 140 caracteres la buena voluntad del gobierno.

Tampoco le ayudó a Humala en 2011 la acusación de tráfico de influencias contra su segundo vicepresidente, Omar Chehade, quien se ha negado a dimitir a pesar de que el presidente le dijo que diera un "paso al costado".

Los escándalos de corrupción en el Congreso también le han nacido por doquier: sin un partido tradicional detrás que sirviera de cantera política, y obligado a aceptar con urgencia candidatos al Congreso que hubieran contribuido en metálico con su campaña, Humala ha sufrido la aparición de congresistas muy folclóricos.

Los hay desde un rudo parlamentario acusado de tener dragas ilegales en los ríos de la selva, a otro acusado de regentar un bar nocturno de reputación indudable.

El caso más televisivo fue el de una congresista acusada de montar una distribuidora de televisión de pago con canales de cable pirateados y que, en plena investigación, llevó a su marido al Congreso para que la defendiera a gritos.

En total, más de cuarenta congresistas han pasado o van a pasar a primeros de 2012 por el comité de ética del Congreso, lo que ha puesto a Ollanta Humala en dificultades después de haberse presentado como la solución a la crónica corrupción oficial.

Ollanta Humala nació el 27 de junio de 1962, en Lima, y es uno de los siete hijos del abogado Isaac Humala y hermano del militar encarcelado Antauro Humala; ambos le han puesto también varias piedras en su camino presidencial.

Su padre Isaac reitera en cuanto puede que él crió a sus hijos como militares con el objetivo de que alcanzasen el poder a cualquier precio, e insiste en que la raza andina es superior a las demás.

Su hermano Antauro, encarcelado por la muerte de dos policías durante su levantamiento militar en enero de 2005 contra el presidente Alejandro Toledo, ya ha repudiado públicamente la evolución política de Ollanta y ha dicho, desde su celda, que movilizará a sus acólitos para enfrentarse a él dentro de cuatro años.

Ollanta y Antauro Humala se hicieron famosos inicialmente cuando el 29 de octubre de 2000 protagonizaron una asonada militar contra el Gobierno de Alberto Fujimori, tras conocerse una gigantesca red de corrupción dirigida por el entonces asesor presidencial Vladimiro Montesinos.


EFE