AFP).- Henrique Capriles, el líder opositor que el domingo disputa sus segundas presidenciales en seis meses, es un joven pero experimentado gobernador que propone a los venezolanos dejar atrás la era polarizada del fallecido Hugo Chávez con un modelo a la brasileña.
A la cabeza de una oposición tradicionalmente desunida, el gobernador del estado de Miranda (norte) afirmó su liderazgo durante la campaña presidencial de 2012, al recorrer infatigablemente el país convocando enormes multitudes, similares a las del carismático Chávez.
Aunque el 7 de octubre perdió, logró el mejor resultado para un opositor en los 14 años de la era chavista, con 44% de los votos frente al 55% del “comandante presidente”.
A sus 40 años, ahora repite el desafío, esta vez contra el presidente encargado, Nicolás Maduro.
Soltero y sin hijos, muy codiciado entre las mujeres en sus masivos actos, Capriles fue definido por una colaboradora cercana como un hombre “sencillo” e “incansable”, cuyas principales motivaciones son el trabajo y el deporte.
Capriles, muy devoto de la Virgen, dijo en una entrevista con la AFP que emprende una “lucha espiritual apegada a la fe” y una “cruzada heroica y épica” frente al “poder del Estado”, en esta nueva oportunidad que le ha dado la vida “para ser el presidente de ese país que sueñan todos los venezolanos”.
Al igual que en 2012, Capriles, de físico atlético y de cabello corto y negro, se vuelve a “dejar el pellejo”, y su voz rasgada jadea en los actos que repite hasta tres veces diarias en esta corta campaña.
En un país fuertemente dividido entre chavistas y opositores, su discurso sigue centrado en la “unión” y en propuestas sencillas contra los problemas cotidianos de inseguridad y desabastecimiento.
Pero ahora también recurre a ataques directos contra Maduro. “Enchufado”, “vago”, “toripollo” (cuerpo de toro, rostro de pollo) espeta, cuidando siempre de no enfrentar la imagen de Chávez, convertido en santo por sus seguidores.
Además, usa símbolos que el gobierno hizo suyos, al vestirse de rojo o con camisas de la estatal petrolera Pdvsa y al llamar a su comando de campaña “Simón Bolívar”.
Aunque se comprometió a respetar el resultado del domingo, también conminó al candidato oficialista a abandonar el uso de recursos y medios del Estado en su campaña.
“Yo no soy el mismo del 7 de octubre, yo toleré mucho abuso, yo voy a defender todos los votos del pueblo de nuestra Venezuela. Si creen que somos pendejos se quedarán con las ganas”, afirmó esta semana.
Elegido parlamentario a los 26 años en 1998, el mismo año que Maduro, Capriles se convirtió en el presidente más joven de la cámara de diputados en el Congreso, que pasó a ser unicameral con la Constitución de 2000.
Este año ganó las elecciones a la alcaldía del acomodado distrito caraqueño de Baruta, apoyado por el recién creado partido socialcristiano Primero Justicia, al que sigue perteneciendo.
Durante el breve golpe de Estado contra el presidente en abril de 2002, Capriles hizo de mediador durante un violento asedio ante la embajada de Cuba, donde los opositores creían que se habían refugiado varios miembros del Gobierno.
Restablecido Chávez en el poder, Capriles pasó cuatro meses en prisión en 2004 acusado de pasividad al permitir esa manifestación, pero finalmente fue absuelto. Al salir de la cárcel ganó la reelección en la alcaldía.
En este cierre de campaña electoral, que coincide con el undécimo aniversario de esos convulsos días de abril, la televisión pública, controlada por el chavismo, no deja de acusar a Capriles de haber instigado esa protesta.
El “candidato del progreso”
El “candidato del progreso”. Así se autodefine este abogado que empezó en las filas de la derecha y que ahora asegura sentirse “cómodo” cuando se le ubica en el centroizquierda. La prioridad del Estado deben ser las políticas sociales, dice.
De ganar, promete eliminar la inseguridad, atacar el desabastecimiento, y dar “empleo bien pagado”, así como acabar con algunas prerrogativas que promovió Chávez, como la reelección indefinida y leyes como la que permite las expropiaciones de tierras.
Además advirtió que no enviará “ni una gota de petróleo a Cuba”, frente a los 130.000 barriles diarios que recibe actualmente la isla comunista a condiciones preferenciales.
Su modelo seguirá los preceptos de la izquierda brasileña, que promueva el desarrollo en una economía de mercado, junto a planes sociales para sacar a la gente de la pobreza, en este país con de más de 30% de hogares pobres.
“Lo social es mi prioridad como gobernante”, asegura, advirtiendo a los votantes chavistas que los planes sociales en educación, salud y vivienda que lanzó Chávez seguirán con él.
Como gobernador de Miranda, estado que incluye los ditritos más ricos de Caracas, a Capriles se le reconoce especialmente el trabajo que ha hecho en educación, con la recuperación de colegios y planes para aumentar la matrícula escolar, así como otros programas para reparar viviendas humildes y promover la salud gratuita.
Tiene 2,5 millones de seguidores en su cuenta en Twitter, abierta en 2009 y que maneja directamente para recibir denuncias ciudadanas, informaciones o mensajes de apoyo, dicen sus colaboradores.
Hijo de una familia pudiente y nieto por línea materna de judíos polacos sobrevivientes del Holocausto -aunque se define como católico creyente-, Capriles es un abogado especializado en Derecho Económico.
Para Maduro es un “mantenido” que “nunca ha trabajado”, venderá el país a los empresarios y olvidará a los trabajadores.
En 2008 ganó la gobernación de Miranda (norte) frente a Diosdado Cabello, ex vicepresidente y actual presidente de la Asamblea Nacional, una de las figuras más fuertes del chavismo, y el pasado diciembre consiguió la reelección frente a Elías Jaua, ex vicepresidente y actual canciller.
Esas victorias son su amuleto frente a Maduro, también ex vicepresidente de Chávez.
“Ya llevo dos vicepresidentes que los he raspado (derrotado) (…) la tercera es la vencida”,señala.AFP