“Cuando mi esposo dijo a su ex que teníamos ratas, ella dijo ‘¡¿A propósito?!”’, relató Tami Kaplan, de Waltham, Massachusetts, orgullosa propietaria de tres de esos malignos roedores.
Deje atrás sus ideas preconcebidas y podría enamorarse de ellas, como Robin Rushlau, de Dresden, Maine, coordinadora de custodia y adopción en Mainely Rat Rescue.
“Tenía amigos que tenían ratas; yo ni siquiera las miraba. Pensaba que eran las mascotas más espeluznantes”, comentó.
Pero su hija la convenció de cuidar a una mientras sus dueños estaban de vacaciones. La rata macho estaba lejos de ser un espécimen perfecto —era obeso, lleno de piojos y del color exacto de una rata salvaje— pero, dice Rushlau, “no podía creer lo maravilloso que era. Al final de las dos semanas no quería dejar que se fuera”.
En contraste con su repulsiva reputación, las ratas son juguetonas y afectivas, dicen sus propietarios. Además mucho más listas de lo que se pudiera pensar.
Erin Stromberg es una cuidadora en Think Tank, una exhibición en el Zoológico Nacional que pone de relieve el conocimiento de los animales. Al lado de nuestros sesudos parientes orangutanes, Think Tank alberga tres ratas pardas.
Stromberg plantea que el rechazo hacia las ratas se debe en parte a su inteligencia. Es un reto controlarlas porque son flexibles y suficientemente adaptables para aprender a evitar peligros nuevos y explotar fuentes nuevas de comida, y, agregó, “la flexibilidad es uno de los componentes cruciales de la manera en que definimos el pensamiento”.
Stromberg señaló también descubrimientos científicos recientes que demuestran la capacidad de las ratas para sentir empatía: “Cuando se les permite elegir, las ratas escogen liberar a otros animales enjaulados en lugar de tomar comida como premio”.
El resultado es una mascota que, como lo describe Rushlau, es más como un perro pequeño, pero que demanda menos tiempo. Y en comparación con otros roedores, observa Kaplan, las ratas son más aseadas que los conejillos de indias y es menos probable que muerdan en comparación con un hámster.
El resultado es una mascota que, como lo describe Rushlau, es más como un perro pequeño, pero que demanda menos tiempo. Y en comparación con otros roedores, observa Kaplan, las ratas son más aseadas que los conejillos de indias y es menos probable que muerdan en comparación con un hámster.
Las ratas aman la compañía de los humanos porque son animales sociales; en la vida silvestre viven en colonias grandes. Eso significa que también necesitan la compañía de sus congéneres, así que uno debería tener al menos dos. Una jaula con varios niveles les permitirá escalar y ocupar menos espacio en el piso.
Las otras necesidades básicas de una rata son bastante simples. Mainely Rat Rescue recomienda alimentarlas con una dieta de buena calidad para ratas de laboratorio y algunas frutas frescas y vegetales. Ya que son roedores, sus dientes crecen constantemente, así que hay que proporcionarles artículos seguros para que los mastiquen.
Si está interesado en una rata como mascota, intente buscar un grupo de rescate. Mainely Rat Rescue, por ejemplo, tiene ratas en casas de acogida en Nueva Inglaterra, Nueva Jersey y Nueva York y el año pasado adoptó a casi 700 animales.
Las ratas frecuentemente terminan con grupos de rescate porque algunas tiendas de mascotas son descuidadas al determinar su sexo y mantenerlas separadas por sexo. Los compradores en tiendas de mascotas pueden terminar con una hembra preñada o descubrir que su par de ratas no son del mismo sexo a fin de cuentas.
Si su rata necesita atención médica, asegúrese de llevarla a un veterinario con experiencia en roedores. Tenga presente que las ratas son susceptibles a tumores y problemas respiratorios graves, señaló Kaplan. Si su rata suerbe por la nariz, no dé por hecho que se trata sólo de un resfrío. Y revise frecuentemente al animal en busca de cualquier masa que pudiera ser un tumor.
El otro inconveniente es que las ratas no viven mucho, sólo dos o tres años.
“Uno se encariña mucho con ellas y es duro tener mascotas que no viven tanto”, dijo Kaplan.
Por otro lado, advirtió Ruslau, este factor triste puede ser una ventaja si tiene un hijo que quiere una mascota, ya que no tendrá que cuidarla durante años después de que su hijo se vaya a la universidad. Sin embargo, usted podría quedarse obsesionado por las ratas: cuando familias con niños adoptan ratas, comentó “sucede que muchas veces los padres se enamoran de ellas”.
REUTERS