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lunes, 18 de abril de 2011

Los robots de Gilberto Esparza que sobreviven a la polución llegan a España

Gilberto Esparza (Aguascalientes, 1975) ha llevado sus parásitos urbanos -en concreto moscas electrónicas realizadas con residuos de teléfonos móviles- a la nave Intermediae del Matadero de Madrid, al tiempo que ha hablado de sus proyectos "a veces poéticos, a veces políticos" en la isla canaria de Tenerife, en el Atlántico.

Esta última cita ha versado sobre la creatividad y las tecnologías para la transformación, algo apropiado para este creador que plantea una interacción entre el arte y la ciencia y que cree que el primero puede realizar una aportación al conocimiento, según explica en una entrevista a Efe.

También pretende con sus proyectos "generar conciencia sobre qué estamos haciendo realmente con toda esta contaminación de electrodomésticos y tecnología, con todas esas versiones de teléfonos que cambiamos cada año".

Ejemplo de ello es su proyecto "Plantas nómadas", un robot que en sí mismo es un microsistema de plantas y microorganismos y que sobrevive en espacios muy contaminados, como ríos, pues aprovecha los nutrientes que encuentra en las aguas residuales para convertirlas en energía.

Esa energía la aprovecha el robot para moverse, sobrevivir y adaptarse y en su primera versión la planta nómada vivió una semana en el río Santiago de Guadalajara (México), adonde se vierten "todas las descargas" de la ciudad y del anillo industrial.

La planta nómada se recargó de tanta energía esa semana "que incluso cantó", pues cuando tiene un exceso energético derivado de los altos niveles de contaminación genera sonidos creados a partir de vibradores de teléfono móvil, "similar a cristales", explica Esparza.

Ahora construye una nueva versión mejorada de la planta nómada junto a investigadores de la Universidad de Guanajato y del campus de Salamanca (México), por donde pasa el río Lerma y donde hay una refinería.

La planta nómada es como un "anticuerpo" que aprovecha lo que genera la especie humana y al final genera energía a partir de esos residuos, y Esparza plantea la reflexión de cómo los ríos se han convertido en contenedores de desechos cuando eran la fuente vital sobre la crecían las ciudades. "Ahora son un foco de infección", afirma el creador.

Esparza utiliza plantas autóctonas en simbiosis con su robot y para ello estudia cuál era la flora de la ribera del río antes de que estuviera contaminado, en un intento también de recuperar especies que están desapareciendo por las condiciones del suelo.

Este proyecto surgió a raíz de su anterior iniciativa, los parásitos urbanos: una reflexión sobre la basura que se genera a partir del consumo de tecnología, teléfonos móviles, ordenadores, cámaras, todo lo que tiene "una especie de obsoletismo controlado por parte de los fabricantes".

Las moscas electrónicas de Madrid se asemejan a las reales que invaden los espacios cercanos a los mataderos atraídas por la sangre, pero éstas "salen de los desechos" tecnológicos. EFE

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