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viernes, 11 de noviembre de 2011

Del patadón al toque

Algo ocurre en la Premier. Se suceden los goles, con 31 y 39 dianas en las dos jornadas anteriores. Algo se mueve en la Premier, cuando ya en pretemporada, en Los Ángeles, Silva y Denis Suárez (del filial del Manchester City) se marcaron una jugada de tres paredes y todo el equipo paró el entrenamiento para gritarles: "¡Spanish team!". Algo pasa en la Premier, cuando el técnico del Newcastle, Alan Pardew, explica el auge de su equipo, tercero en la tabla: "Nuestro nivel de pases crece y eso me emociona porque así controlamos los partidos. En un partido hicimos más de 400 pases buenos. Y eso te pone arriba en la tabla". Y algo sobreviene en la Premier, que incluso en campos como el del Wigan o el Swansea se escucha un murmullo de reprobación cuando un zaguero suelta un patadón sin sentido.

El balón, por el suelo. En 1998, el exazulgrana Chapi Ferrer llegó al Chelsea. "Por entonces", relata, "había ocho o más equipos que hacían un fútbol directo. Pero con la llegada de los extranjeros se empezaba a rasear el cuero. Ahora es otra cosa, por más que se mantenga la típica garra y presión inglesa". Unos años más tarde, en 2005, en el Everton aterrizó Mikel Arteta, ahora en el Arsenal. "¡Buf! Hay una diferencia muy grande desde que llegué a estos días", interviene; "antes esto era... sufrir, te metían en el área y eran pelotazos del portero al área". Eso opina Míchel Salgado, que ya suma tres temporadas en el Blackburn: "Los ingleses se han transformado, sobre todo si lo comparas con la época antigua. Se persigue la posesión".

Los datos son claros: en la jornada 11, en la Premier se han sumado 74.635 pases buenos (a 6.785 por jornada), con un acierto del 76% en la ejecución. El año anterior, a estas alturas se llevaban 70.320 pases buenos (6.392) con un acierto del 73%. Y hace dos, eran un total de 65.653 (5.968) pases con un acierto del 71%. Es decir, 817 pases por jornada menos que ahora. "Cada vez se opta más por jugar el balón desde atrás. Aún hay los típicos equipos del 4-4-2 con dos puntas grandes, pero pocos", explica Ángel Rangel, zaguero del Swansea.

- Muchos equipos, un patrón. En la primera jornada, el Swansea acorraló por momentos al Manchester City en su estadio. Desde la grada lo veían Joan Roman y Denis Suárez, ambos del filial citizen. "Nos quedamos sorprendidos por cómo plantearon el partido los del Swansea", reconoce Suárez. "Inglaterra ha cambiado su filosofía, son muchos los equipos que juegan con el balón", agrega Joan Roman.

Resulta que ya no solo el Arsenal abandera el fútbol de salón y de mezcla. "El Tottenham domina partidos con el marcador a favor. El Manchester City suma hasta 600 pases por partido, Vilas-Boas ha implantado unos conceptos ofensivos de lo más atractivos...", enumera Roberto Martínez, técnico del Wigan. Carlos Cuéllar, defensa del Aston Villa, amplía: "El Liverpool, el Swansea, el Norwich, el propio Wigan... se ha cambiado el hábito y hasta los ascendidos hacen un fútbol de elaboración. El 90% de los equipos buscan el pase para definirse".

- El espejo: Barça y España. El canal Sky Sports emite cada fin de semana un buen puñado de los partidos de la Liga, quizá la mayor ascendencia del cambio del juego inglés. "La influencia de la selección española y del Barça ha llegado a todo el mundo", conviene Arteta. "Y la Premier no es diferente", tercia Roberto Martínez. "Es que los triunfos de esos dos equipos han instalado la posesión del balón. Se gana y se convence", apostilla Cuéllar.

Pero para Salgado no tiene nada que ver: "El cambio se debe a la Ley Bosman, a que en cada equipo hay 14 o 15 extranjeros". Iago Falqué, que salió de La Masia y que se desempeña en el Tottenham, no lo tiene tan claro: "Es verdad que cada vez hay mejores jugadores y que hay equipo que por narices tienen que hacer buen fútbol, pero creo que este deporte es espectáculo y esos equipos lo practican". Intercede y se posiciona en un punto medio Rangel: "Por un lado, se nota la llegada de los futbolistas europeos, que quieren jugar con el balón; y por el otro, la selección es el ejemplo que siguen". Y remata Ferrer: "Sí, es un espejo y es verdad que el fútbol se encamina hacia la vertiente del toque que ha implantado el Barcelona. Pero para que un equipo funcione de ese modo, se necesitan muchos años de práctica y jugadores para ello".

- La posesión se entrena. El ejemplo más claro en la transformación del juego es el Manchester City, que ha pasado de alinear cuatro mediocentros a dos. "El entrenador Mancini está cambiando su forma de ver el fútbol. El equipo juega mejor. Tácticamente trabaja mucho, pero se hacen infinidad de ejercicios con el balón", señala Denis Suárez. "En las sesiones del filial siempre nos recalcan que el que se tiene que mover es el balón", aclara Joan Roman. Algo que coincide con la versión de Arteta: "En las academias de los clubes del Everton, Liverpool y Arsenal, que conozco bien, se trabaja con el balón". Rangel añade: "Lo mismo ocurre en las Ligas inferiores".

El Aston Villa, por ejemplo, no es un equipo que destaque por su juego de asociación, pero tampoco destaca por desahogarse a balonazos. "Lo intentamos", explica Cuéllar; "en los entrenamientos el 90% de los ejercicios son de posesiones, partidos cortos y espacios reducidos. El técnico [Alex McLeish] nos dice que toquemos, pero a veces no se puede...". Sí que le funciona el pase al Tottenham, que encuentra en su estadio, White Hart Line, la exigencia del toque. "El técnico Redknapp quiere posesión, partiditos en espacios reducidos, rondos", revela Falqué. Incuso el Blackburn, de poco pase horizontal, también se empeña en cambiar la idea. "Mi entrenador [Steve Kean] ha sido asistente en la Real Sociedad y en el campo pretende que tengamos el balón", explica Salgado; "pero esto es la Premier y al final te tienes que amoldar al nivel de velocidad, a jugar fuerte, porque si no vas a sufrir mucho".

- La grada lo aplaude. Cuando Roberto Martínez colgó las botas en el Swansea y se hizo con las riendas del equipo, la afición entendió que era la hora del cambio. Algo similar le ocurrió en el Wigan. "Educar al público es la tarea más difícil. Es complicado hacerles entender que un pase hacia atrás es efectivo, que la línea más corta entre dos puntos a veces no es la línea recta. Pero cuando el juego sale bien y se gana, el aficionado queda encantado". Rangel se encontró con el mismo panorama en el Swansea: "Al principio nos criticaban por dar muchos pases en la defensa porque no entendían que pretendíamos abrir espacios, pero ahora ya se han adaptado a la alegría del juego y hasta jugamos así en campo contrario". Arteta está más que convencido: "El shock se supera a la que ves jugar a Mata en el Chelsea, a Silva en el City... cuando les gusta, disfrutan".

Salgado, sin embargo, entiende de nuevo que la grada no reclama eso: "El público no quiere vueltas de rosca, 20 o 50 toques antes de llegar al área. Y cuando das cuatro pases laterales sin un fin de avanzar, no te abuchean porque es complicado, pero sí que muestran impaciencia. Inglaterra tiene otras raíces".

- La selección no cambia. El técnico Fabio Capello nunca propuso un juego de paredes y en Inglaterra tampoco se empecinó en llevar la contraria a sus raíces. "Los pross nunca van a jugar como España. No es su tradición. Su fútbol es más puro; es el que menos ha evolucionado con respecto al inicio de la historia y les encanta", explica Salgado. Arteta complementa: "Es que no se les puede forzar... no todos pueden jugar de igual manera". "Más que nada", interviene Rangel, "porque aquí el box to box [de área a área] es una cultura. Es un fútbol físico y de contragolpe". Aunque Roberto Martínez entiende que la selección inglesa, ya clasificada para la Eurocopa, tiene más que pegada: "Esta selección de Capello ha tenido destellos muy buenos. Está empezando a coger conceptos tácticos que implican tener la posesión del balón".

Para Cuéllar, en cualquier caso, hay factores externos que imposibilitan afianzar un sello nuevo de juego: "La prensa hace los equipos. Mete mucha presión a Capello y en cada convocatoria cambia a cinco o seis jugadores". Y Rangel remata: "Quién sabe, quizá los jugadores acaben por pedir jugar como en sus clubes".

EL PAIS