Hay pocos actores o actrices capaces de hacer cualquier cosa y Meryl Streep
es una de ellas. Y también es una de las pocas en poder sostener por sí sola una
película, por floja que ésta sea. Y "The iron lady", está en esa situación.
Basada en la tan amada como odiada figura de la ex primera ministra
británica Margaret Thatcher, "La dama de hierro", apelativo por el que
la política era conocida en su vida en activo, trata de mostrar su lado más
vulnerable, su vejez.
Con algunos flashbacks hacia sus inicios y su vida política, Phylida Lloyd
("Mamma mia") dirige una historia que sin la presencia de Streep no tendría
mucho interés.
La actriz estadounidense no sólo se mimetiza, si no que se apropia de
Margaret Thatcher. No la interpreta, es ella. Y en ello reside tanto la
grandeza como la debilidad de un filme que flojea en la base de toda película:
su guión.
Abi Morgan, responsable del fantástico guión de "Shame", se enfrenta en "La
dama de hierro" con la dificultad de contar al espectador algo que no sepa de un
personaje tan público como Thatcher.
El resultado es una historia que comienza y acaba con la "dama de
hierro" en su senectud, con apenas unos retazos de otras etapas de su
vida.
Lo que deja al espectador con ganas de saber más. Más de lo que había detrás
de su imagen pública y menos de la vejez en la que todos nos igualamos y que
resulta mucho menos interesante.
La ventaja de Lloyd y de Morgan y lo que proporciona interés a su película es
que cuentan con una de las mejores actrices de la historia del cine.
Con 16 nominaciones y dos Óscar - en 1979 como secundaria por "Kramer vs.
Kramer" y en 1982 como protagonista por "Sophie"s choice", Streep ha
demostrado en sobradas ocasiones su talento y su valentía.
EFE